- Reacción Masky -

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¿Cómo reaccionarían en caso de que sufrieras una violación?

¿Cómo reaccionarían en caso de que sufrieras una violación?

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Masky

-- Je... ¿Recuerdas hace años cuando iniciamos la vigilancia? -- Le pregunté tras sacarme el cigarrillo de la boca y solté el humo al hablar.

-- ¿Cómo no? Tus ojos estaban tan abiertos como los de un búho y no dejabas de temblar, incluso el jefe se preocupó por si te pasaba algo. -- Carcajeó y él dio otra calada. 

-- Sí... No debí haberme bebido tantos cafés. -- Negué suavemente con la cabeza. -- Pero tú estuviste fino también, eh; no me había reído tanto en mi vida como aquel día. 

-- Pero, ¿qué dices, hombre? Yo hice bien mi trabajo. -- Se colocó la capucha y se puso serio mientras miraba hacia el bosque frente a nosotros. 

-- Desde luego, Brian. -- Metí el cigarro entre mis labios y carcajeé. 

-- Joder, cállate, no puedo controlar mi cuerpo, no es culpa mía. -- Se quejó sin querer voltear a mirarme, pero pronto una sonrisa traicionera se le escapó. -- Desgraciado.

Antes de que pudiéramos seguir con la conversación alguien irrumpió en el cuarto tras abrir de forma bruta la puerta. 

-- Tim. -- Me llamó Liu. Di media vuelta sin mucho interés.

-- ¿Mhh? -- Le pregunté, apoyando mis codos en la ventana abierta. 

-- Es TN. -- Me puse recto a atenderle porque su tono de voz no me había gustado. -- Ha llegado a casa muy debilitada y ha caído desmayada al suelo. 

-- Mierda... 

Salí de la habitación corriendo prácticamente tras darle un empujón a Liu y bajé las escaleras apresurado hasta el pasillo principal, preguntándome en el camino qué podría haberle pasado, aunque alguna que otra opción no muy agradable aparecía en mi mente. 

Al primero que me encontré al acabar las escaleras fue a Ben.

-- ¿Dónde está? -- Le pregunté con prisa y él me señaló el salón, hacia donde inmediatamente corrí. Al rededor del sofá estaba Splendorman, Jeff y Helen. Me acerqué a ellos y aparté a Jeff de un codazo para ver a mi querida novia tumbada en el sofá, con la ropa medio rota y sucia, su cabello despeinado y los zapatos desatados. 

-- ¿Qué...? ¿Pequeña?... -- Me dejé caer de rodillas a su lado y acaricié su mejilla, comprobando así si estaba inconsciente o no. Noté una punzada en el pecho que, lejos de hacerme llorar, despertó un fuerte sentimiento de ira y deseo de venganza. -- ¡¿Qué coño ha pasado?! ¡¿Quién ha sido?! -- Me dirigí a los que estaban rodeándome. 

-- Sabemos lo mismo que tú, Tim. Ella vino así. -- Contestó el delgaducho sin su típica sonrisa

-- Maldita sea... Cuántas marcas tiene. -- Susurré analizando su piel de un vistazo. -- Dejarme solo con ella. -- No se movieron, se miraron entre ellos. -- ¡Fuera! ¡Ya! -- Les grité

Finalmente me hicieron caso. Me quedé a su lado esperando a que se despertase, apoyado en mis brazos sobre la esquina del sofá y escondiendo mi rostro en ellos, frustrado. No iba a moverme de allí hasta hablar con ella, quería cuidarla y hacer todo lo posible porque se encontrase bien, y aún más sintiéndome culpable de haberla dejado a merced del peligro.

Sentí una caricia en mi cabeza y la levanté rápidamente. Estaba despierta, me miraba con una sonrisa enternecedora y ojos medio abiertos. 

-- Tim... ¿Cuánto llevas aquí? 

-- No lo sé, una hora quizás. ¿Cómo te encuentras? -- Pasé mi mano repetidas veces por su cabello, sabía que eso le gustaba y la relajaba. 

-- Me duele todo. -- Jadeó. -- Especialmente mi zona baja... 

Chasqueé la lengua. Mis sospechas eran ciertas: habían abusado de ella. 

-- Tendría que haber estado ahí... Tendría que haber ido contigo, joder... -- Me empecé a culpar en voz baja. -- Soy un gilipollas...

-- Cielo. -- La miré con los ojos cristalinos. Ni si quiera me preocupé por fingir tener mis emociones bajo control, estaba destrozado: verla tan débil y saber que esto sucedió por negarme a acompañarla me estaba matando por dentro. -- Abrázame. -- Pidió y yo lo hice sin vacilar. Me tumbé a su lado y la abracé sin mucha fuerza. Ella escondió su rostro en mi pecho y se quedó en posición fetal. -- Te quiero. -- Susurró y me acarició el brazo.

Acaricié su espalda y la acerqué un poco más a mí inconscientemente por la necesidad de protegerla y no abandonarla ni una vez más. 

-- Yo también te quiero. -- Se me escapó un sollozo, y para disimularlo aclaré mi garganta; aunque había aprendido a la fuerza a ser más fuerte y frío, ella nunca dejaría de ser mi debilidad.  

-- ¿Estás llorando? -- Preguntó en un tono emocionado y levantó la cabeza para mirarme y comprobarlo. Yo desvié la mirada. 

-- ¿Yo? Qué va, es que tu pelo ha rozado mis ojos. -- Mentí con la primera excusa que se me ocurrió. ¿Qué clase de sicario sería si fuese sensible? Nadie podría verme llorar, no me convenía, incluso era el segundo líder de la mansión, temía que alguien entrase sin avisar y me viese tan vulnerable.

-- Quiero que confíes en mí, quiero ser tu refugio, somos una pa-...

Le interrumpí abrazándola más fuerte y besé su cabeza.

-- Cállate, princesa. Me preocupaste mucho, creí que iba a morir sin ti... ¿Contenta? 

-- "Chi". -- Sonrió como una infante y se estiró para besar mis labios. 

-- Hoy voy a darte esos masajes que tanto te gustan, ¿okey? -- La besé otra vez y ella acarició mi mandíbula. -- Eres mi vida entera. -- Le dije en voz baja cerca de su boca. 

-- ¡Mmh!, aléjate. -- Empujó mi pecho aunque no me movió ni un centímetro. Yo sonreí. -- Hueles mucho a tabaco. -- Hizo una mueca y se tapó la nariz.

-- Exagerada. -- Carcajeé. -- Si te encanta. -- Agravé mi voz para obtener un tono más seductor, bromeando y logré sacarle una risa nerviosa. Tan hermosa como un ángel y tan delicada como un lirio... Fue entonces cuando me convencí y confirmé que estaba completamente loco por ella. 

Proxies are the type of boyfriend...Where stories live. Discover now