VII (II)

103 8 3
                                    

Me pesan los párpados, me pesa el alma. Estoy súper mareado pero por lo menos soy capaz de abrir los ojos.
Me encuentro en mi cama, no muy mullida, con mis asquerosas sábanas, mi almohada más parecida a una piedra que a otra cosa... Lo normal. Lo que pasa es que cuando empiezan a despertar mis sentidos, percibo un peso en mi costado derecho. Es la cabeza del greñudo. Creo que está dormido.
Se le ve cansado, está aplastando con su cráneo su brazo izquierdo, usándolo como cojín a falta de uno. Supongo que se habrá quedado esperando por algo, probablemente una reprimenda por mi comportamiento. No quiero que se enfade más de lo que ha debido estar, así que trato de sacar mi cabeza de la almohada para dársela a él, despertándolo en el proceso de un sobresalto.

Uh... Perdón, me quedé dormido sobre ti... Joder, qué incómodo.

Parece tener un cierto rubor.

—¿Estás mejor? Te desmayaste después de balbucear algo.

Dice y me mira inquisitivo pero agotado. No quiero decir qué tenía en la cabeza, que se porte bien conmigo ahora no garantiza que me vaya a hacer algo. Quizás es su forma de hacerme entrar en confianza. Se cree que puede hacerme algo.
De pronto le veo arquear las cejas en un gesto preocupado. Me pone una mano en la frente con cierta desconfianza.

Estás ardiendo. ¿Quieres que llame a alguien?

—No hace falta.

Se hace el silencio.

—Nick.

—¿Qué pasa?

—Sólo mátame, Nick. No puedo más.

Me ha salido solo, pero quizás así pueda callar a mis entrañas que están gritando por salir huyendo. Otra vez.

No voy a matarte, no es asunto mío.

—¿Se supone que es una forma de reconfortarme o qué?

Él se ríe ligeramente.

—¿Por qué eres así? ¿Quieres que te tenga lástima? Me preocupas.

Frunzo el ceño, obviamente extrañado.

—¿Cómo que 'preocupar'? Se supone que no me tienes que tener nada de empatía.

—He dicho preocupación.

—Misma mierda.

Se forta los ojos y se levanta, molesto. Espero a que se vaya, no tiene por qué estar aquí. Que yo sea un cobarde es cosa mía.
Nick se estira, se acomoda su camiseta sucia y mira por la ventana. Tengo una corazonada de que él sabe algo más... No me fío.

—¿Te importa?

Dice señalando mi  cama.

—¿Qué?

—Compartirla.

¿Y ahora a qué juega...?

—¿Te crees que por estar así, postrado en un zulo vas a tener esas confianzas?

—Tú mismo me dijiste que estaba en el rancho por ti.

Hijo de puta. Será mil cosas, pero tonto no.

Bueno, ¿Me dejas o qué? No pasa ni un alma.

Me aparto un poco para dejarle hueco. Me ha ganado, para nada son mis ganas de sentirme un poco cerca de alguien, qué va.
Él se acurruca al lado mío y me mira. Tiene los ojos fijos en mi, esperando algo.

Deja de tensarte, no te voy a comer.

Es cierto, estoy tieso como un muerto.

¿Recuerdas por qué estás aquí?

De pronto siento un golpe en mi pecho, pero no físico, él no me ha agredido.
Sesos.
Sangre.
Se ha ido.
De repente soy consciente de que nadie más va a hacerme daño pero me siento culpable por creerme libre. Soy egoísta. Se supone que me tengo que sentir mal. Quizás es todo por mi culpa. No, es mi culpa. De no ser por mi, mi padre estaría vivo. Fui yo quien lo atormentó, quien nació adefesio, quien se interpuso entre su felicidad, entre su familia perfecta y él. Hubiese sido mucho mejor que yo no hubiese nacido, pero claro, no se escoge. Y de hecho si me hubiesen dado a elegir seguramente hubiese dicho que prefería vivir, por orgullo o por la necesidad de sobrevivir a todo. Tampoco es como si nunca hubiese intentado acabar con todo, mi historial médico es grande y diverso. Soy un puto cobarde. Sólo eso. No tengo remedio y jamás lo tendré. Me persigue, no me deja, me está acechando de dormido, despierto incluso. Qué sentido tiene   estar con miedo permanente, no puedo despegarme del barro, ese que me ahoga, me está asfixiando, quiero respirar. ¡No puedo respirar!

¡Troy!

No quiero escuchar, me duele. Joder, me duele.
No puedo.
No puedo.

—¡Troy tranquilo!Estoy contigo.

Vuelvo a la realidad, y Nick está intentando que mi espalda se mantenga erguida para que pueda respirar.

Tranquilo, shh...

Intento reconectar con la realidad, resultando en sentir las mejillas encharcadas.
Patético.
Puto maricón.
Te mereces mil mierdas.
Él tenía razón, cobarde.
No te matas por eso, cobarde.

Troy, no eres cobarde. Cálmate.

Mierda, lo dije en voz alta.

Lo siento Nick, me voy, no voy a estorbar más no puedo seguir así, lo siento, perdón.

Me levanto y salgo por patas hacia la puerta, pero él me detiene agarrándome del brazo. Intento quitármelo de encima pero se adhiere como una lapa.

Nick, déjame ir.

—No voy a dejarte en este estado.

—¡Déjame, soy un puto monstruo!¡¿No te das cuenta de que soy malo?!¡Soy escoria!¡Soy como mi padre, es mi culpa, esto es mi culpa!

No puedo parar de llorar. Me lo merezco por débil. No sirvo aquí.
De repente él me envuelve. Está llorando. Es mi culpa.

Troy tengo miedo.

Mierda, me tiene miedo.

Pero no a ti.

¿Entonces?

𝙾𝙽𝙴𝚂𝙷𝙾𝚃𝚂 | 𝙽𝚒𝚌𝚔 𝙲𝚕𝚊𝚛𝚔 𝚡 𝚃𝚛𝚘𝚢 𝙾𝚝𝚝𝚘Where stories live. Discover now