VII

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AVISO: Violencia explícita basada en hechos reales.

Estamos juntos en esto, o eso me dijo. Espero que sea verdad.
Tengo la cara llena de un espeso líquido color carmín. Sangre fresca. Y al lado mía la fuente de esta; mi padre.
Él tiene el cráneo hecho puré, masacrado por el proyectil de una escopeta, y de hecho, los perdigones han llegado a mi rostro, mi hombro y brazo derecho.
Estoy... Flotando. Miro hacia arriba como si pudiese ver la herida de mi sien, la toco y mis dedos índice y corazón se empapan de sangre. Luego observo mi extremidad afectada y cubierta por el uniforme de la milicia llenarse de este mismo líquido lentamente. No estoy sintiendo el dolor, tan solo... Miro hacia adelante, veo a Nick recién llegado de afuera, con la cara y ropa antes blanca, bañada con la misma sustancia que yo libero. Al lado está Maddison, que aprieta la mandíbula y procede a apuntarme. Parece que sus gestos van a cámara lenta, pausados pero expresivos. Nada de piedad en sus pupilas. En eso imagino que la bala impacta en mi cerebro, entre mis cejas entra y sale por la zona parietal. En esta eternidad pienso en que podría haber llegado antes este momento. Antes de que ella disparara a Jeremiah, antes de que mi madre me abandonase, antes de cada noche de pesadillas que hacían de mi insomnio ojeras a la mañana siguiente, también podría haber sido previo a cada titubeo que he dado, ya sea cuando tenía que relacionarme con alguien o cuando tenía que tomar una decisión. ¿Qué tal si lo hacía mal?¿Qué tal si de repente, las sensaciones que tengo al acostarme en la madrugada son reales? Sí, esas en las que soy envuelto por la espalda por una masa amorfa de humo, pesado y oscuro como el alquitrán, que me clava un sin fin de afiladas hojas desde la zona lumbar hasta la nuca. ¿Qué tal si realmente lo que estoy viviendo es mi perdición, acabando como mi padre? ¿Qué tal si él es realmente el bueno en todo esto? El que busca hacer las cosas mejor, endurecerme para que sea su orgullo y no un puto asesino sin propósito que prefiere ver cómo la vida de los demás se escurre entre sus manos fingiendo que no le duele, que no empatiza con sus heridas. Quiero tener un propósito pero es ridículo, me justifico con un argumento tan sólido como una nube.
Me gustaría que hubiese llegado antes, incluso, de cuando sentí por primera vez la mano de mi padre, antes aparentemente bueno, aterrizar en mi cara. Primero fue eso, un guantazo por ser un mocoso maleducado, claro, sin contar los empujones. Luego las miradas. Se ponía firme y me obligaba a hacer lo mismo. Me decía que le mirara a los ojos, él apretaba los dientes y me fulminaba, luego me ordenaba que bajase la mirada, textualmente.

“¡Manos abajo!”

Y me pegaba en las manos que instintivamente subía para protegerme la cara. Ahí sabía que no iba a salir entero.
Los estirones de pelo fueron después, junto a un aumento de insultos o vejaciones variadas.
Recuerdo con desidia y estrés cuando se enteró que un chico que trabajaba repartiendo y que venía de visita al rancho se me declaró. Él no supo siquiera si yo le correspondía, sólo me arrancó las cartas de la mano y estampó mi cabeza contra un enchufe al grito de “te voy a matar” repetidas veces. Yo como idiota fui detrás de él en cuanto se alejó medio metro para suplicarle que me entregase las cartas, que no me prohíba ver a mi único amigo por un detalle así, pero él sólo llegó a agarrarme del pelo y a decirme que 'me vaya con ese puto'. Procedió a sentarse en su sofá aplastando las cartas mientras me arrodillaba, diciéndole que por favor no me aleje de la única persona que está ahí para mí, incluso comentando, en un auténtico ataque de ansiedad, que intenté quitarme la vida a los trece años en una colina cerca de casa por un altercado que tuvimos. Y esa es otra, él, enfermo como estaba, hacía que mi madre, hermano y yo le tuviéramos paciencia, pero en esas mi madre se cansó de oírlo quejarse. Ella reaccionó mal, yo le defendí y a cambio intentó golpearme. Tuve reflejos, deteniéndola, ella empezó a gritar que era un monstruo, que mirase lo que habían criado.
Eso se me quedó en el cerebro.
Me fui de casa a los minutos, cuchillo de campo en mano, y escarvé en mi mano izquierda hasta casi rozar el hueso con la punta del utensilio. Estuve a un instante de rajarme las venas insitu, no sé qué me detuvo. No era nada nuevo para mi, ya lo había intentado desde los diez u once, pero esa vez recuerdo estar como ahora, flotando en el universo mientras miles de secuencias pasan por delante mía sin darme ningún tipo de contexto.
Y ahí es cuando BANG.
Noto otro perdigón en el otro costado de mi sien, sacándome del trance en el que solito me había metido.
De pronto escucho a Nick gritarle algo a su madre, poco a poco yendo más rápido hasta notar como llega a un monólogo fluido. Maddison le grita de vuelta, pero su hijo le arrebata el arma antes de que vuelva a apuntarme.

¡Basta, se acabó!

Y ahí él se pone frente a mi. Literalmente parece un escudo humano, pero no entiendo por qué. Es entonces cuando me agarra por debajo de los brazos y me lleva arrastras a su vivienda. Allí Luciana está mirándome entre confundida y cabreada. Entiendo por qué.
Creo que solo proceso aspectos nefastos sobre mi, pero tampoco es que estén errados al creer en mí maldad o mirarme con odio.
Clark saca un botiquín y empapa una gasa en algo que parece alcohol. O eso creo, pero el dolor me nubla de nuevo.
Él ha estado para mi, y ni siquiera lo he considerado un amigo. Ahora lo es, lo quiero cerca mía, quiero agradecerle esto, pero mi cuerpo no responde. Cierro los ojos y se va la luz.
Quiero dormir.

𝙾𝙽𝙴𝚂𝙷𝙾𝚃𝚂 | 𝙽𝚒𝚌𝚔 𝙲𝚕𝚊𝚛𝚔 𝚡 𝚃𝚛𝚘𝚢 𝙾𝚝𝚝𝚘Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang