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La magia era algo a lo que estaban acostumbrados desde que obtuvieron consciencia de ellos mismos, era su esencia y lo que les hacía brillar por entre todas las personas en el mundo de los iguales. Luego de una catástrofe en su idíli...
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Los hermanos se levantaron de sus asientos al escuchar al oficial decir sus nombres, los perdonaron por el error y quedaron absueltos de cualquier cargo, al parecer la señorita Nomura les había hecho saber que ellos no fueron los culpables del allanamiento. Al menos podían respirar con tranquilidad al saber que no recibirían cargos oficiales, pero definitivamente recibirían el castigo de sus vidas.
Su padre los guió fuera de la comisaría con su rostro serio, sus cejas fruncidas y casi exhalando fuego al resoplar, masajeó el puente de su nariz una vez estuvo frente al auto.
—¿Qué estaban haciendo fuera de casa a estas horas?— Preguntó en un tono molesto, los gemelos se dedicaron una mirada de reojo.
Chris se apresuró en hablar cuando su padre dio un suspiro pesado. —Sparrow quería pasear.
—Es un ave, puede salir solo.
—Quería salir de casa un momento, no podía con la presión de la obra, más el cambio de hogar...— Cassie intentó explicar con un hilo de voz.
Keane siempre se había comportado como un padre tranquilo, divertido y confiable ante sus hijos, ambos sabían que él estaría de su lado para todas las bromas que hicieran, pero todo cambió desde que su madre se fue; Keane tuvo que aprender a criarlos para guiarlos por el buen camino, antes tenía el apoyo de su esposa, pero ahora... estaba solo.
Sus hijos eran inteligentes e independientes, pero aquello también era opacado por su inevitable curiosidad y deseo de meterse en problemas, colmaron la paciencia de su padre varias veces durante esos tres años, ya no era alguien con quién podían bromear. Esa era la razón por la que no debían hacerlo enojar jamás.
—Sé que pude haber paseado por los alrededores, pero me distraje observando la ciudad y terminé en el parque, Chris solo me acompañó para que no me sucediera nada.— Cassie volvió a añadir ante el insistente silencio de su padre.
—Están castigados.— Ordenó con firmeza. —Me van a entregar sus cosas, se enfocarán en los estudios y en la obra.
—¡Pero...!
—Nada de pero, es una orden que deberán cumplir llegando a casa.— Keane se cruzó de brazos, no le gustaba comportarse como el policía malo, pero no le quedaba de otra. —¿Me entendieron?
—Sí, papá.— Los gemelos respondieron al unísono.
El hombre volvió a suspirar, pero no añadió nada más, los gemelos se mantuvieron a su lado en silencio esperando nuevas instrucciones, se distrajeron al observar a quienes venían saliendo de la estación: Jim y Toby caminaban en su dirección con una mala cara, con Bárbara y el profesor Strickler detrás de ellos.
