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La magia era algo a lo que estaban acostumbrados desde que obtuvieron consciencia de ellos mismos, era su esencia y lo que les hacía brillar por entre todas las personas en el mundo de los iguales. Luego de una catástrofe en su idíli...
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Chris dejó a Toby y Jim tan pronto se recuperó, huyendo del lugar con la esperanza de que Jim no volviera a tocar el tema sobre su magia, su mal olor no pasaba desapercibido, pero Chris supo excusarse y no levantar sospechas ante su familia. Después de una ducha, estaba por irse a dormir cuando unos golpes en su ventana lo asustaron a él y a su familiar, Sparrow agitó sus alas, atemorizado. Jim llamó su atención desde el otro lado, Chris tuvo que abrirle la ventana para que ingresara a su cuarto.
—¡¿Qué haces aquí?!— Gritó en un susurro, cerró la ventana viendo que Jim exploraba el cuarto con la mirada.
—Estaba preocupado por ti, saliste corriendo y no pudimos hablar.— El azabache se sentó en la cama.
—¿Y de qué quieres hablar?
—Sobre eso.— Señaló los tatuajes de sus brazos descubiertos. —Sobre lo que pasó allá y sobre lo que eres.
Chris bajó su mirada, un debate se llevaba a cabo en su cabeza, no sabía si decirle su secreto o buscar una excusa, de lo que estaba seguro es que no podría continuar ocultándolo por mucho tiempo si sus enemigos eran tan formidables como Bular. Susurró para sí mismo un par de palabras que Jim no alcanzó a oír, cerró su puerta con llave y luego la hechizó para que el ruido no llegara al exterior. Jim se tensó, la magia aún era desconocida para él.
—¿Qué estás haciendo...?— El temblor en su voz era clara muestra de su temor.
Chris se detuvo un segundo dándole la espalda, eso era justamente lo que más odiara; que le temieran por ser diferente.
—Tranquilo, es para que nadie nos escuche...— Musitó el hechicero, tomó asiento en su cama. —No soy un monstruo, Jim, y no quiero que me veas como tal...
—¿Bromeas? Si realmente eres lo que creo que eres, ¡eso te haría tan genial como Merlín! Y él creó mi amuleto.— Todo atisbo de temor desapareció de la voz de Jim, se escuchaba más seguro, incluso entusiasmado, pero eso provocaba que Chris se refugiara más en sus pensamientos. —¿Por qué no me dijiste nada?
—Es complicado...
—Bueno, estoy aquí ahora y puedo quedarme toda la noche escuchándote.— Jim se acomodó en la cama con sus piernas cruzadas, mirando directamente al hechicero.
Chris solo se encogió de hombros y le dio la espalda, mantenía sus brazos cruzados, abrazándose a sí mismo para reconfortarse. Estaba siendo más duro de lo que imaginó, la actitud de Jim era la ideal, estaba dispuesto a escucharlo y comprenderlo. Entonces, ¿por qué Chris sentía que podría ser apuñalado por la espalda?
