EPÍLOGO

1.5K 163 20
                                    


Acarició su enorme panza y sonrió.

Dentro de ella crecía su hijo, el primogénito.

Gerald llegó y la abrazo desde atrás.

– Gracias – susurro el al oído de Nina.

– No, gracias a tí – dijo ella sonriendo mientras acariciaba su panza.

– cuando Nazca nuestro hijo viajaremos a Midlands, quiero que conozcas esa propiedad.

Nina asintío, emocionada sonrió, solo conocía Ashburg. Ya que había pasado toda su vida allí.

– Me gustaría cambiar de aires.

Gerald la beso y abrazándola desde atrás rodeo su vientre con ambas manos.

– Que sería de mi si no hubieras llegado a mi vida– dijo ella mirando el horizonte.

– Estarías recluida en una enorme y fría mansión en medio de la helada Londres.

Nina tembló, no era mentira lo que Gerald decía.

Ese hubiera sido su miserable destino si el no hubiera llegado a salvar la.

Se recostó al pecho de su amado esposo y juntos contemplaron la puesta de sol.

Sus días en Antury Hall eran de ensueño.

Gerald era un esposo amoroso y estaba pendiente de ella.

Los sirvientes la miraban, su vida era lo que siempre había soñado.

Solo faltaba que su hijo o hija naciera y su felicidad sería completa.

– Ugg!– se quejo.

– Estás bien?– Inquirió asustado.

– No, manda por mi madre quiero que esté aqui– dijo casi llorando – creo que mi hijo nacerá.

– Antia!, Antia!– dijo casi gritando los sirvientes salieron d ella mansión al jardín aora ver qué sucedía.

– Que sucede mi lord?– Inquirió asustada.

– Mi hijo, va a nacer, envía por el presbítero y manda por los condes

Antia asintío y corrió a las caballerizas.

Gerald tomo a Nina en brazos y la llevo a la recamara que tenían preparada para ese día.

– Tranquilo – dijo Nina entre dolores – todo estará bien– Gerald negó, tenía pavor de perderla.

– No, no estaré tranquilo hasta que mi hijo halla nacido y tú estés bien.

Nina sonrió.

Desesperado caminaba de una lado al otro esperando al presbítero, la puerta de la recamara se abrió y decepcionado suspiro al darse cuenta que es Antia con una pala gana llena de agua caliente y toallas limpias.

– Dónde está el presbítero?_ Antia negó.

– No lo sé mi lord, he mandado por el pero no llega aún.

Gerald salió al corredor y gruño al ver al presbítero llegar.

Detrás de él vení la condesa.

– Dónde está mi lord– Gerald miro hacia la recamara, tomando al presbítero por sus solapas lo miro a los ojos.

– Cuidado con la vida de mi esposa – el hombre asustado asustado asintío.

Grace quien había ingresado a la recamara limpiaba la frente de Nina.

– Madre, tengo miedo– Grace sonrió y acaricio la frente de Nina.

– Tranquila hija, todo estará bien– dijo tomando la mano de Nina y apretándola.

– Está lista mi lady– Nina asintío – muy bien, abra las piernas.

Dijo apartando las sábanas que cubrían a Nina.

Nina pujo involuntariamente.

– Tranquila, usted pujara cuando yo le indique.

– Es involuntario– dijo ella entrecortadamente.

– Lo se mí señora, pero espere un poco– dijo observando debajo de las sábanas – ahora, puje!– Nina pujo una y dos veces y de su interior salió un varón.

Grace sonrió.

Recibió al Nino en sus brazos, envolvienolo en un manta.

Nina volvió a pujar.

– Mi señora, ya ha parido ¿ Porque sigue pujando?– asustada miro a Antia y luego a su madre, Grace sonrió.

– Va a tener otro bebé – dijo el presbítero– ya viene, puje!– Nina volvió a pujar y expulsó un preciosa niña.

Gerald quien estaba en el corredor sonrió al escuchar el llanto de bebé.

– Ha nacido– dijo tocando a la puerta de la recamara.

Grace salió con un bebé el brazos envuelto en palos blancos y más atrás Antia con otro bebé.

Gerald no podía creerlo, ha tenido doa hijos.

– Es una varón – dijo Grace acercando al bebé a él.

Gerald lo miro y sonrió ganas de llorar.

De cabellos negros comimos de él.

Luego miro a Antia quien se acercó.

– Es una niña– Gerald sintió que su corazón se derritió al ver a su pequeña hija de cabellos rojos como el fuego.

– Nina, está bien?– Grace asintío.

– Muy bien, el presbítero la está revisando ahora.

Rato después Gerald ingreso anl recamara donde su esposa lo esperaba con sus dos hijos.

– Gracias, por darme una familia – dijo Gerald a su amada Nina.

– Gracias a ti por darme está oportunidad.

Gerald se acercó y beso los labios de Nina.

Ahora sí era en verdad feliz.

– Como les colocaremos?– dijo acercándose a la cama.

– Ya lo habíamos hablado.

– En verdad piensas colócale ese nombre a nuestra hija?– Nina asintío.

– Si, me parece que es un bonito gesto, si la duquesa no hubiera fallecido yo no hubiera sido tu esposa.

Nina miro a su hija y beso la frente de la Nina la cual chupaba su dedo.

– Entonces la llamaremos Isabella Marie – Nina asintío.

No muy convencido Gerald accedió.

– Y nuestro niño  se llamará Johan Antonie.

Nina sonrió, los nombres de sus hijos le gustaban mucho.

Ahora sí podía decir que era completamente feliz.

 ORANGE ROSES..... EL SILENCIO DE TUS LABIOS...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora