2: Despierta en un lugar extraño

36 5 0
                                    

Estaba harta de tantas imágenes

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Estaba harta de tantas imágenes.

Todo era ruido, luces y movimiento. Frente a mí, las escenas pasaban con tanta rapidez que no conseguía atrapar una sola imagen concreta. Por un lado veía una conversación susurrada en la oscuridad; por el otro, gritos: bailes y destrucción. Las imágenes explotaban como fuegos artificiales que sentía incluso en el interior de mi cabeza, pero no podía evitar mirar, así como no podía moverme.

Lo había intentado muchísimas veces, pero mi cuerpo no me obedecía. Estaba recostada en el suelo, mirando a un techo cambiante y desconcertante, como veinte obras de teatro representadas al mismo tiempo, o como un caleidoscopio con tantas figuras que no terminaría jamás.

Estaba cansada. No sabía cuánto tiempo llevaba así, pero estaba segura de que no lo toleraría más. Luché otra vez contra lo que sea que me mantenía inmóvil y, como la decena de ocasiones anteriores, sentí que mi energía era drenada por completo.

No me rendí. Algo me decía que, de hacerlo, estaría atrapada allí para siempre.

Seguí mi lucha. Si conseguía moverme habría ganado, estaba segura de eso.

Las náuseas fueron el segundo síntoma, mareándome más de lo que habían hecho las imágenes y estuve cerca de desistir, pero el ruido de fondo se había extinguido y detrás de mis párpados ya no veía luces bailar. Lo estaba logrando. Iba a lograrlo.

Por fin, todo estalló de un modo extraño y que nunca hubiese visto venir: verdaderos fuegos artificiales me sacudieron y un profundo dolor me invadió el pecho, la espalda, las piernas y finalmente todo el cuerpo.

Un gemido adolorido abandonó mi garganta y fui capaz de moverme, solo para terminar deseando no haber iniciado mi lucha en primer lugar.

La luz quemó mis ojos y mi mente se vació como si hubiesen aspirado todo su contenido, dejándome sola con el dolor, incapaz de moverme, pero ahora por una razón diferente. Insistí de todos modos y, mientras mis ojos luchaban por enfocar algo, un murmullo de voces se hizo más fuerte. Enseguida, un par de manos me estaban empujando para mantenerme en donde estaba.

Intenté entender las voces, pero igual que en las escenas ahora perdidas, sentía que ni siquiera conocía el idioma en el que hablaban. Cuando mis ojos por fin se acostumbraron, un techo de madera me dio la bienvenida, ayudándome a notar que por fin estaba despierta y todo lo anterior no había sido más que una pesadilla.

—¿Qué? —atiné a murmurar, obligando a mis ojos a enfocar cualquier cosa que no fuese el techo, dejándome encontrar lo que parecía una habitación que no lograba ver del todo gracias a la chica de cabello dorado como el sol que no dejaba de sostenerme.

—No te muevas —repitió y mis oídos parecieron desbloquearse, dejándome entenderla—. Vas a lastimarte si lo haces —advirtió con una voz extrañamente amable.

Terminé por asentir, dándome cuenta hasta ese momento de que había estado luchando contra su agarre y ahora mis hombros dolían incluso más. Por un instante no supe qué decir, demasiado confundida y desorientada, perdiéndome en los ojos turquesas de la mujer, quien me sonrió con una mezcla de alivio y triunfo al haber logrado que me quedara quieta.

Guerra de Ensueño I: Princesa sin nombreWhere stories live. Discover now