16: Razones para mentir

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Había escapado del festival apenas había tenido oportunidad

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Había escapado del festival apenas había tenido oportunidad. Tanto ruido y tanta gente... siempre los había odiado.

Mentira, susurró mi mente y por respuesta, di un gran trago a una de las botellas de vodka en mi mano.

Necesitaba que mi maldita cabeza se callara por un momento. Al menos una noche... siempre rogaba por al menos una noche.

Dejé salir un largo suspiro como si en él pudiera poner todas mis emociones y el abrumador peso de mi cabeza para obligarlo a abandonar mi cuerpo. Sabía que no tenía sentido, pero no por eso dejaba de hacerlo. Era una especie de ritual que ya no recordaba en qué momento había adoptado.

Los edificios del ejército tampoco parecían un gran refugio, pero no tenía alternativa, pues con el festival, no había espacio en ninguna posada.

Además, aunque me negara a reconocerlo, una parte de mí esperaba ver a la bruja volver al edificio. Yo la había sacado de la armada y aunque hubiese resultado ser una decepción más, seguía siendo mi responsabilidad.

Negué con la cabeza, tratando de olvidar el tema y optando por seguir bebiendo. Necesitaba dejar de pensar porque si no, seguiría culpándome por haber permitido que luego de tantos años ensayando mi perfecto acto para mantener a todos lo suficientemente alejados de mí, llegara alguien que me hiciera arruinarlo.

Me sentí frustrado y aquello solo hizo que me obligara a continuar con la farsa esa noche. Estaba cansado y solo quería volver a mi habitación, pero había cometido demasiados errores esa tarde con la comida. No podía hacer que creyeran que repentinamente había sufrido un cambio para bien.

Volví a beber para tomar fuerzas y avancé decidido a la entrada, alegrándome al no encontrar un guardia que me abriera la puerta, pues eso me permitiría hacer un espectáculo incluso mayor.

Tomé aire y comencé a caminar a tropezones, como si llevara encima al menos dos botellas de vodka más y sin dudarlo, pateé la puerta, alegrándome cuando eso consiguió que un coro de exclamaciones de sorpresa se hiciera oír en el interior.

Repetí la acción, deleitándome cuando la cerradura se hizo pedazos y la puerta se abrió en el momento exacto para golpear a un soldado. Debía haber estado dormido en su turno, así que, de algún modo, se lo había buscado.

—¿Quién carajos te dijo que podías holgazanear en la noche del festival? —pregunté con un fingido tono alcoholizado del que me sentí orgulloso.

—Coronel... no pensamos que volvería tan pronto —balbuceó otro soldado, llegando a la puerta en un patético intento de mediar la situación. Me obligué a no sonreír. ¿Por qué me lo hacían tan fácil?

—¿Insinúas que todos creyeron que era tan inútil como para tardar toda la noche en la misión? ¿Hicieron apuestas sobre el maldito coronel al que odian, esperando que lo matara un grifo? —repliqué, haciéndolo palidecer.

Guerra de Ensueño I: Princesa sin nombreWhere stories live. Discover now