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"LA RESERVA"
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La fiesta había seguido con naturalidad, Edward y la rubia decidieron ignorarlos y seguir como si nada, ya que el hada después iría a hablar con el alfa de la manada Quileute para explicarles cuanto tiempo se quedarían ella y su acompañante, cosa que al cobrizo no le agradó ya que decía que los lobos no eran buena compañía.
Y en cierto caso, tenía razón.
Aún recordaba aquella vez que por accidente creó un metamorfo, y era que ella quería experimentar con sus poderes, así que simplemente vio a alguien de la tribu y le cedió el poder de convertirse en aquella bestia de dos metros, tan imponente y aterrador a la vez, o mejor llamado, un lobo.
Pero de cierta forma la tribu necesitaba protectores, así que varias familias rogaron para poder tener aquella gran responsabilidad en ellos, la chica no pudo negarse y les dio el milagro de ser metamorfos.
Pero la reacción de aquel moreno la había confundido, pero le restó importancia y siguió en la fiesta, ahí conoció al padre de Bella, con quien se llevó de maravilla.
A quién no había visto desde ayer era a su mejor amigo, quien después de hablar con Atlas desapareció por completo, cosa que le preocupó al instante.
Volviendo a la actualidad, habían pasado dos días, hoy iría a la reserva para hablar con el Alfa Uley, aquel apellido le daba curiosidad, pues tenía entendido que la madera de alfa debía de pasar al nieto de Ephraim Black.
Aquel día decidió llevar un vestido blanco con estampado de girasoles pequeños, el vestido le llegaba hasta los tobillos, así que decidió no ponerse zapatos, ya que lo que ella recordaba, nunca los usó en sus primeros cien años de vida, ¿por qué debía de usarlos ahora?, eran incómodos.
En la cocina ya la esperaba Esme con el desayuno listo como era rutina durante aquellos días, sonrió mientras se dejaba caer en la silla suspirando.
- Buenos días querida - se acercó para darle un beso en su frente.
Ella sonrió despacio.- Buenos días - mordió el pedazo de fruta que estaba en su plato sin ganas.
