Capítulo 2: Un mundo enorme

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Una estilizada mujer revisaba su reflejo en el espejo virtual de su dron rojo carmesí. Frunció los labios, admirando su nuevo color luego de pintarlos. Sus pestañas largas eran fijas y no falsas, adornando sus ojos que se dirigieron hacia la ventana.

El floter rodeaba una de las montañas que protegía la ciudad capital. Pronto el horizonte se reveló y pudo ver la metrópolis, los miles de floters yendo y viniendo y, sobre todo, el enorme Edén en la zona centro.

—Temperatura: setenta grados Fahrenheit, soleado. Se esperan leves aguaceros para la tarde —avisaba Tesi, la inteligencia artificial que estaba en todos los dispositivos.

La lluvia no era un problema porque la barrera protegía el Heaven. Ni la más fuerte de las tormentas podía tocarlo. El clima era muy salvaje, pero ellas eran intocables.

—Mamá —una chica de cabello rosado se acercó—. ¿Ya me voy alistando? Quizá me den la noticia de que ya puedo conocer a mi Adán.

Un hombre de cabello oscuro y ojos verdes la acompañaba, su padre. Aunque este prefería mantenerse en silencio, como siempre le dijeron que hiciera desde niño.

—Sí. No sé por qué no he recibido respuesta. Apenas llegue, lo primero que haré será visitar a la líder Isidora para ver qué pasa. —Jugueteó con el alargado lápiz labial y lo guardó, ofreciéndole una falsa sonrisa de calma a su hija—. Tranquila, querida, tienes que haber quedado compatible con alguien. Ya suficiente con que hayan perdido la tarjeta la primera vez.

Había reclamado mucho, y era que las niñas debían salir del Heaven una vez cumplidos los dieciséis y continuar los estudios en la escuela normal con las otras chicas para independizarse. Claro que podía visitar a sus padres y postular para ser compatible con su propio Adán de forma gratuita.

La joven Andrea había estudiado con Aria y había visto, con decepción, cómo ella sí fue compatible, así que había vuelto a tratar las últimas pruebas, sin tener respuesta todavía.

Había ido con su madre a visitar el viejo Edén, que era como una ciudad museo, algo vacía ya, en donde una vez vivieron los primeros Adán y Eva. La chica, luego de leer la historia y ver los videos interactivos, se sentía inspirada de nuevo.


Al llegar a su hogar en el Heaven, decidieron dejar al hombre en casa para ellas ir a ver esas gestiones.


***

—No. No, no, no —iba la mujer renegando mientras revisaba una pantalla flotante con resultados. Los drones le habían hecho dejar a su hija esperando en otra sala. Entró de golpe a la oficina de la líder, haciendo sonar sus muy altos tacones blancos contra el piso—. ¿Qué significa esto?

Mostró la tableta haciendo sonar todas las pulseras que llevaba adornando sus muñecas.

—Buenos días, Carmela. ¿Cómo te fue en tu viaje? —murmuró Isidora, una mujer de edad, muy bien conservada gracias a la tecnología, revisando documentos en su escritorio táctil.

—Estuvimos esperando los resultados para venir, pero como no hubo nada desde hace tiempo, quise ver qué pasa. ¿Por qué esta pantalla dice que siguen buscando? Creí que ya tenía al chico desde la última vez, creí que ya les había dicho cuál quería. ¿En dónde está?

—Eh... —La líder buscó en sus archivos—. Oh —lo tocó con el dedo—. Christopher, nuestro pecosito —dijo como si le tuviera mucho cariño—. Él salió compatible con tu hija la última vez, sí, pero otra chica obtuvo el puntaje más alto en las últimas pruebas. Y como últimamente recibimos muchos reclamos de que tenemos preferencia por mujeres provenientes del Heaven y no por las del exterior, pues quisimos darles un motivo para callarse un rato.

Eva: el proyectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora