Capítulo 25: Anuncio

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Aria terminó de moldear a una pequeña ave y apoyó la espalda contra la roca detrás de la que se encontraba escondida. No quería ver ningún anuncio. No quería ver a Andrea tocando a Christopher, a pesar de que tenía todos los días y noches para hacerlo.

Apretó la figurilla y está volvió a ser un cubo de forma automática. Volvió a empezar a darle forma para alejar sus pensamientos.

Estaba bien, así eran las cosas. Él tenía a la Eva que iba a ser para él de todas formas, si ella no hubiera roto el orden del sistema al postular con aquella tarjeta que encontró. Tenían todo el derecho de recuperar ese tiempo, tenían derecho a que se dejara el tema del error.

Apretó los labios sintiendo que sus ojos quemaban. Resopló y sacudió la cabeza. Alzó la vista y contempló el falso mar. Había más rocas por donde ella estaba, y más hacia el costado de la playa, con algunas mujeres jugando con una pelota.

Ellas llevaban diminutos bikinis, pero los chicos estaban con shorts. Se echó un vistazo a sí misma. Ella tenía un short también, pero no bikini, sino una blusa blanca amarrada al costado, revelando su cintura, y zapatillas.

De todas formas, se alivió de no estar a juego, total muchas otras mujeres que estaban en el interior del lugar también llevaban ropas similares.

—Te estaba buscando —su voz la sacó de sus pensamientos.

Ella alzó la vista y se encontró con esos ojos azules, la sonrisa coqueta con hoyuelos en las mejillas.

—Estoy ocupada. Necesitaba espacio. —Mostró su figurilla a medio moldear.

—¿Ya puedes hacer rostros? —preguntó sentándose a su lado.

Estaba con jeans y una camisa, pero no pareció incómodo con sentarse así en la arena blanca. Ella lo miró recelosa.

—No es un asunto que deba preocuparle ahora.

—¿Eh...? Por su puesto que sigue preocupándome todo lo referente a ti.

—No deberías. Tienes una Eva. No quiero más problemas.

Él parpadeó un par de veces y frunció el ceño.

—¿Alguien te ha dado problemas?

—Como dije —se concentró en la figurilla de nuevo—, no es tu asunto ahora.

—Tú siempre vas a ser mi Eva para mí...

—Déjate de eso.

—Aria...

—No.

Él sonrió de lado.

—Nada va a hacer que dejes de ser mi chica camarón.

—Para ti, soy la señora camarón. Mantén tu distancia.

Christopher ahogó una leve risa.

—No mantuvimos distancia anoche —ronroneó.

—Tampoco Gustav, y eso es malo.

Eso hizo que el chico frunciera el ceño de nuevo, luego de haber recobrado su gesto juguetón.

—¿Qué hacías con él? —no pudo evitar preguntar, a pesar de que se arrepintió al segundo.

Le habían enseñado no hacer preguntas que pudieran sonar "inquisidoras", pero, para su sorpresa, ella no se molestó. Quizá no había notado la pizca de celos que iba oculta en esa pregunta.

—Verás, Carmela... Creo que está yendo contra las reglas. Solo quería ver si lograba sacarle información, no sé, soy tonta.

El chico se apoyó contra la roca, miró al horizonte falso.

Eva: el proyectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora