Capítulo 19: Recuerdos

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Stacy removió su cuchara en el plato de comida y vio de reojo a su madre. Estuvo muy sospechosamente tranquila cuando le dijo que le había perdido el rastro a Christopher.

—¿De casualidad no sabes quién lo puede tener? No sé, digo, quizá alguna de tus... colegas.

Magda había hablado de ese "plan de negocio" desde hacía mucho, pero solo con unas pocas allegadas. Era algo que Stacy nunca creyó que podría suceder.

En parte, la joven había respondido las pruebas del Edén un poco mal esperando no ser elegida, renunciando a su sueño para que su madre no le pusiera las manos encima a un chico inocente.

Suspiró con tristeza. Al final quizá no había servido su sacrificio. De todas formas, de por sí ya tenía bajas posibilidades así que ya daba igual. Cuando Aria salió compatible se alegró en verdad, pero luego se preocupó, ya que también la había hecho prometer prestárselo.

Nunca le comentó a su amiga los verdaderos planes de su madre ya que los creía imposibles, pero ahora se hacían reales y no sabía si sentirse una buena amiga. Quería que su mamá fuera feliz y que por una vez en su vida estuviera orgullosa de ella, pero no quería lastimar a nadie.

—Yo no sé nada, hija —murmuró tranquilamente. Mentía, estaba segura—. De todas formas, Aria ya sigue con su vida. Apenas se fue al Edén te dejó de lado, como todas, así que no es como que importe. Deberías ir ya a ver a tu clienta, la que quiere esa remodelación, tienes trabajo que hacer.


***

Christopher despertó en una cama extraña, bastante reducida en tamaño. Miró a su alrededor, una máquina plana y pequeña limpiaba el piso, al parecer. Las pareces soltaban una luz cálida y la de en frente simulaba tener peces.

—Despertaste... —Él volvió su vista hacia donde vino la voz y se encontró con una mujer de piel morena cabello rizado entre rojo y marrón—. Mis drones te trajeron. Te dimos un baño seco, aunque no suele ser suficiente.

—Gracias —murmuró sintiéndose extraño, y se sentó.

Todavía tenía el traje.

—Hay una ducha aquí, deberías darte un baño normal.

—Oh... Claro, pero... —Apretó la suave manta que lo había estado cubriendo—. ¿Estoy en el Heaven o...?

—Ay no —se burló la mujer—, no, no ese horrible lugar. Sigues en el exterior. En Nueva Hive.

—¿Conoce a Aria Montés?

La mujer apretó los labios.

—No. Lo siento.

—Bueno, gracias por cuidarme, pero debo ir a buscarla.

Un dron se puso frente a él, empezando a chispear de forma amenazante. Se sorprendió y miró a la mujer.

—Lo siento —dijo ella, aunque sin expresarlo en su rostro—, pero yo te encontré. Ahora me perteneces.

Eso preocupó al chico.

—No puede hacer eso —pidió—. Le pertenezco a mi Eva.

—Eso ya no importa más aquí. Te encontré. Eres mío. Ahora aséate que volveré en un rato, y espero seas obediente. Los buenos hombres son obedientes. Además, algunas amigas van a venir —avisó satisfecha.

Iba a subastar una noche con él. Ya le había avisado a unas pocas amigas, sobre todo a quienes le habían llamado preguntando si había visto las noticias. Finalmente tenía a un hombre. La tonta de Aria puso excusas para prestarlo, pero él solo había ido a entregarse.

Eva: el proyectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora