Capítulo 39: Despedida corta

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Esa fría mañana, los jóvenes se alistaban para ir al Edén, sin embargo, un dron dorado llegó buscando a Andrea, y las sonrisas y esperanzas de todos se esfumaron.

La chica sintió tanto dolor, que no pudo contenerse en sus piernas. Fue sostenida y llevada al sofá. Ella quedó fuera de sí por un momento.

No entendía. No podía ser cierto. Él había estado bien tan solo la noche anterior. ¿Qué había pasado?

Una falla de un órgano decía la máquina, pero ella no quería creerlo.

—Por favor, esperen a que venga un floter por ustedes —agregó el dron con su fría voz, que, aunque sonara humana y fingiera, no sentía empatía.

Tomas estaba en una esquina, sus manos aferradas a sus brazos que mantenía cruzados. Vio a su hermana de espaldas a él, en el sofá, y la notó tan pequeña y frágil de pronto. Sin embargo, no se sentía con el derecho de ir a consolarla, apenas la conocía, esa era la verdad.

Apenas conoció a sus padres, a su familia. Apenas tuvo unos momentos con ellos, que creyó que luego tendría más, que creyó que la vida iba a permitirle conocer...

Pero esa no era la suerte de un Adán.

Andrea y él vieron cómo los demás solo les intentaban decir algo.

—Quizá es mi culpa —susurró la chica de cabello rosado, todavía pasmada, como en otro mundo—. Por decirle que dejara a mamá. Quizá le afectó. Quizá...

—No —intervino Christopher—. Sabes que no es eso. Estoy seguro de que es algo más.

—Chris —Aria le susurró—. No es momento para que digas esas cosas.

Tomas sabía lo que su amigo insinuaba. El Edén podía haberse enterado, o quizá la misma Carmela... Ya no sabía.

No quería pensar, no tenía cabeza para ello, así que solo subió a una de las habitaciones. Sin embargo, se encontró más solo.

Estaba solo de todas maneras. Siempre lo estuvo, pero no se quejaba, pues al menos pudo salir. Hombres como el viejo Omar nunca pudieron salir del Edén, y ni siquiera estuvo a su lado para consolarlo en ese momento...

Se frotó los brazos sin saber qué hacer o en qué pensar, y dejó que los minutos pasaran.

No tenía recuerdos como los tenía Chris, no tenía anécdotas más que las recientes, en las que apenas pudo hablar con el hombre, en parte molesto porque no quería aceptar que un Adán no tenía voz ni voto y le pertenecía al Edén....

Y pensar que lo último que le dijo fue que se conformaba fácilmente...

—El floter está aquí —Christopher le vino a avisar, haciéndolo reaccionar—. El dron dice que hay uno en casa de Carmela. Va a llevarse el cuerpo de tu padre al Edén... Porque al parecer todos acabamos en donde empezamos.

Tomas mantenía la mirada baja.

—N-no voy a ir.

Chris respiró hondo luciendo más triste.

—¿Por qué? ¿Acaso todavía no lo perdonas? —Pero el chico no respondió—. Mira... Es tu papá. Hubiera querido conocer al mío. No lo vas a volver a ver después de esto...

—¿De qué sirve? —lo miró con enojo—. Nada de lo que uno haga después de que la persona muere vale la pena. No lo va a ver, no lo va a escuchar, no lo va a saber —gruñó con la voz algo quebrada—. Lo hecho, hecho está.

Christopher apretó los labios en una línea y asintió.

—Como gustes. Te veo luego.

Salió con prisa.

Eva: el proyectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora