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Rachel.

Me muevo por todo el penthouse con los nervios a flor de piel. No sé si le gusten estás cosas, pero me esforcé porque quedará bonito.

Emma se fue a mi departamento en Belgravia, dijo que hoy estaría bien pasarla ahí y se lo agradezco internamente, pues mi sorpresa no es que sea muy apta para el público.

Con ayuda de Sarah hornee un pastel desde anoche.

Lo decore de forma que pareciera es del Capitán América . Tiene una vela en el centro que indica que mi prometido cumple años hoy.

Rezó internamente porque le guste y no le haga alguna mueca, que si es así, tampoco voy a protestar, pues entendería que no le gusten las sorpresas de cumpleaños.

Aún así, tiene una cena organizada en High Garden para celebrar que cumple veintiocho años. Y tiene el día de mañana libre. Lo cual, a mi me dice que podría ocuparlo para follar todo el día.

Dan las siete con seis minutos de la tarde y recibo la llamada por parte de recepción. Ya está aquí.

Apagó las luces y voy a mi lugar para esperar a que entre. El sonido del elevador se escucha y en cuanto veo que pone un pie dentro del piso, las luces rojas se encienden. Ahora somos solo siluetas oscuras por el lugar.

Soy capaz de sentir su confusión, pero se queda estático cuando me ve en medio del salón.

—Hola, mi amor —hablo, sonriendo.

Me regresa la sonrisa pícara que me gusta y se acerca como si quisiera besarme, pero niego con la cabeza, sentandolo en la silla en la que estaba.

—Pense en que sería bueno darte en tu cumpleaños, pero ya lo tienes todo —comienzo, quitando el listón de la bata—. Y lo único que se me ocurrió, fue un baile siendo nosotros.

Abro la bata, disfrutando de su reacción. La lencería que compre solo me cubre lo necesario. De color rojo y con encaje que decora mi piel.

Presionó el botón del mando que sostenía en la mano, antes de lanzarlo al sofá.

La melodía comienza a sonar y conecto con ella, comenzandome a mover a su ritmo. Siento sus ojos en cada parte de mi piel y disfruto de ello.

Muevo las caderas cerca de él, sé que se está conteniendo para no sujetarme. Me inclino contra el y paso la punta de mi lengua por su oreja, antes de sacarle la camiseta que deja expuesto el torso que me encanta. Bajo mis labios a el y caigo de rodillas frente a el. Contrario a lo que piensa. Solo me encargo de dejarlo desnudo, antes de retomar mi baile.

La primer canción termina y voy por la segunda, es más sensual que la anterior, está en conteo regresivo.

Me desprendo del sujetador, dejando mis senos al aire... Le sigue la tanga de hilo, a la cuál le quitó los nudos que la dejan caer, quedando desnuda ante sus ojos. Es hasta entonces que voy a el.

Me sujeta las caderas y coloca sobre su regazo, besándome con impaciencia. Y dejo que tome el control. Mis caderas se elevan para que su miembro erecto entre en mi y sostiene mis caderas, moviéndome a su antojo sobre el.

Se prende de mis sensibles senos y gemidos y jadeos son lo que rellena la estancia. La música sigue sonando, pero ya no es algo en lo que nos enfoquemos.

Mi respiración acelerada choca con la suya cuando muerde mis labios y... Joder.

El orgasmo nos golpea con fuerza a ambos.

—¿Le gustó su sorpresa, coronel? —murmuro cuando soy capaz de hablar bien.

Aprieta mis caderas en respuesta.

Si Rachel no hubiera ido con Stefan.Onde histórias criam vida. Descubra agora