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Christopher.

Estabilizan a Rachel y puedo respirar al fin. Los signos vitales de ella se marcan a un ritmo contante y tranquilo, los mellizos están bien. Aunque Owen está más delicado.

No sé cómo describir lo que me hizo sentir el que mi hijo no respirara. Es algo que no contemple y me doy un golpe mental por ello. Pues si Rachel no estaba preparada para perder a alguno de nuestros hijos, yo tenía estarlo. Uno de nosotros tenía que estar cuerdo y claramente no iba a ser Rachel.

No por débil, si no porque ha demostrado que su hijo era su talón de Aquiles. Cómo mi hija el mío.

—Puedes pasar a ver a tus hijos —avisa Reece antes de salir.

Dejo un beso en la sien de Rachel, quien se mantiene tranquila, descansando después de más de doce horas de parto.

Salgo de la habitación, viendo a los escoltas en sus puestos, entonces avanzo a la habitación de a lado.

Milenka y Owen Morgan James están en sus respectivos cuneros.

Aunque leí que era mejor ponerlos juntos... Para mantenerse cálidos y no se que mierda. No leí otro libro más sobre paternidad. Ni siquiera se cómo abrí el primero. O el segundo... Ya no toque ninguno después del tercero.

Noto que la niña está despierta, su hermano duerme plácidamente, sus signos igual se muestran en el monitor.

Me acerco, viéndola llevarse el puño a la boca, la vistieron con un body blanco con figurillas de vacas... Ruedo los ojos, recordando como es que termino en sus cosas.

Le quitó el puño y la levanto, no hay manera de negar que es preciosa. A pesar de llevar un par de horas de nacida. 

Las facciones de Rachel las tiene, las pestañas enormes y rizadas... No me sorprendería que tuviera sus ojos. Tiene los labios llenitos, las mejillas igual...

Por otro lado, Owen tiene mis facciones, eso se nota desde lejos. Y espero que al menos se parezca en mi hasta en los ojos, pues no soportaría que después de que por culpa de estos dos le tuviera que decir adiós a mis horas de sueño y tuviera que sacar paciencia de dónde ya no había, se parezcan más a su madre.

Igual, ambos son perfectos.

La niña se acomoda contra mi y veo que se va quedando dormida al instante.

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—... ¡¿Porque no nos llamaste en seguida?!

Ruedo los ojos.

—A ver, Regina. Acaban. De. Nacer. ¿Te crees que tengo cabeza para otra cosa que no fuera que mi mujer o mis hijos terminarán muertos?, ¿Se te olvidó los riesgos que había?, Los llame, cuando ni siquiera debí de hacerlo, así que deja de reprochar y agradece que estás aquí.

Hace un ademán de golpearme y me apartó antes de que lo logré.

—A mi me hablas bien, que no soy una cualquiera. ¿Dónde están mis nietos?

—Están durmiendo...

—¿En dónde?

Bufo. Camino a la habitación donde mis hijos están durmiendo, ellos entran detrás de mí.

—¿Cómo les pusieron?, No nos dejaron participar en la elección de nombres.

—Porque no tienen vela en ese entierro.

Si Rachel no hubiera ido con Stefan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora