Extra ||: celos

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Rachel.

Espero pacientemente a que la instructora deje de dar órdenes mientras observó a mis niños cumplir con lo pedido, el árbol me cubre muy bien del sol y solo pienso en el martirio de mis hijos ahí en las canchas de entrenamiento, el sol está en su máximo esplendor como rara vez lo está en Londres... Y tenía que salir justo hoy.

Hago una mueca cuando al ganar la última carrera, mi bebé tropieza con una roca en el camino, pero ella se levanta en seguida y marca el término de su vuelta. Owen llega a la par de ella, pero con dos segundos de diferencia.

Entonces suena el silbato y la instructora anuncia que es todo por hoy. Al menos con ella, pero voy a retirar a mis hijos temprano. Su hermana también los quiere ver y no soy quien para negarle nada a ninguno de mis bebés.

Los niños corren con prisa hacia las duchas y ahí es cuando me separó del tronco y avanzo, la instructora me ve y en seguida me dedica el saludo correspondiente, asiento y sigo de largo. Ahora me toca esperar a que salgan de las duchas.

15 minutos después, lo hacen, solo que...

—... Ya te dije que no... Mi papá se va a enojar, ¿Eh?

—Pero están bonitas...

Entorno los ojos bajo los lentes cuando veo a Milenka salir con unas flores en las manos y una caja de chocolates en la otra.

—Yo no las quiero —frunce el ceño, aún sin reparar en mi presencia—, dáselo a otra niña.

—Pero yo no las traje para otra niña, las traje para tí.

—Yo ya te dije que no me gustas ni me vas a gustar, además, mi mamá dice que estoy muy chiquita para esto, ten.

Pero el niño corre y la deja con las manos estiradas.

—¡Vas a ser mi novia! —es lo último que grita. Pasa por mi lado y desaparece en el pasillo que lleva a su siguiente clase.

—Dios mío, que niño tan feo, ojalá mi papá lo hubiera visto, a ver si sigue con sus... ¡Mami! —exclama en cuanto me ve.

—Hola, mi amor —bajo hasta que me alcanza para darme un beso en la mejilla, le doy uno en la frente como respuesta.

Después del saludo, repara en las florecitas en sus manos y los chocolates, se le encienden las mejillas en seguida, tornándose carmín, logro controlar mi sonrisa por suerte.

—¿Lo viste...? —pregunta bajito, asiento—. No le vayas a decir a papá... El otro día vino él y se enojo con Max, pero ya le dije que no le iba a hacer caso por qué estoy chiquita, pero... No me hace caso, mamá —se enfurruña—, Owen no tarda en salir de seguro, voy a tirar...

—¿Pero por qué las vas a tirar, cariño? —le acomodo el cerquillo aún medio húmedo, seguro por la ducha que tomo—, las flores no tienen la culpa de nada, y están muy bonitas para que lo hagas.

—Si papá las ve, Max va a terminar escondido en un rincón de su casa, y no me gusta ni me cae bien, pero tampoco quiero que cuando alguien me guste, sepa que mi papá está loquito y...

—Tu padre no tiene por qué molestarse ni crear esa fama, no te preocupes, ¿Si?, Yo hablo con él —frunce los labios, no tan convencida.

—¡Es que si me las llevo, papá ya no me va a consentir por qué va a decir que ya estoy grande! 

—No creo que eso pase, cariño, hay pocas cosas en el mundo que puedan hacer que dejes de ser la consentida de tu padre... No le vayas a decir eso a tus hermanos, ¿Eh?

Se le forma una sonrisita arrogante sin querer. Joder, ¿Que hago aquí alimentándole el ego a mi hija?, Ya no sé quién es más arrogante, si mi marido o ella.

Si Rachel no hubiera ido con Stefan.Where stories live. Discover now