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Christopher.

La satisfacción que siento no me la quita nadie. Ahora soy el hombre más poderoso en el mundo entero y eso me eleva el ego. No tanto como el que Rachel lleve a mi descendencia en su vientre. Pero lo hace.

—Mi amor —miro a mi mujer—, ¿Celebramos en la oficina? —esto lo dice en voz baja y la idea me tienta.

Y claro que accedo.

El anuncio frente a todo el comando será hasta dentro de dos horas y yo solo puedo imaginar a mi mujer montandome en la oficina.

Sostengo a Rachel por la cintura, saliendo como podemos de los periodistas que se aglomeran afuera de la sala de reuniones para ir a mi oficina.

Ignoro las preguntas que surgen por doquier, me enfoco en besar a mi mujer y guiarla a la oficina, cuando llegamos, cierra la puerta y sonríe ampliamente antes de comenzar a quitarse el abrigo que cubre a mis hijos, los cuales ya están haciendo acto de presencia.

El vestido rojo resalta todo lo que me gusta, cada curva, incluso la nueva que comienza a hacerce más notoria con el pasar de los días.

—Primero, un premio para mi marido por tan buena estrategia electoral —me empuja en el sofá y veo como abre la bragueta del pantalón.

Saca mi miembro y lo estimula con su mano y saliva antes de guiarme a su boca. Jadeo. Está mujer nunca va a dejar de producirme sensaciones tan placenteras. Por algo es mi mujer.

Lo chupa cuál paleta y saca y mete de su boca, jugando con mi paciencia.

Sabe lo que hace, lo sabe. Y yo le voy a dar lo que quiere.

Sostengo su cabello hasta formar una cola con el y poder controlarla, abre la boca, lista para recibirme, así que introduzco mi miembro en su cálida boca, antes de comenzar a guiar su ritmo.

Hay gemidos que se le escapan, gemidos que a mí me enloquecen y que desatan mis jadeos.

Se cuánto le gusta tenerme en su boca, y a mí no me molesta darle lo que quiere siempre que lo pide, y cuando no lo pide también.

La imagen de ella de rodillas frente a mi, amenaza con hacerme correr en su boca, pero logró contenerme para seguir metiéndosela a mi antojo.

Los ojos azules, casi oscuros por las pupilas dilatadas me observan, no se despegan ni un solo minutos, segundo de los míos.

Juega con mis testículos y eso me lleva al abismo.

Me corro a chorros en su garganta y ella lucha por tragar todo. Tampoco es una tarea difícil, claro.

Salgo y ella pasea la lengua por mi miembro una última vez antes de ponerse de pie y venir a mi regazo.

Bajo el cierre del vestido que oculta su cuerpo. Ver su vientre crecido me la vuelve a poner dura en nanosegundos.

Fueron dos meses de tratamiento para volverla fértil, muchos estudios y a la primera quedó embarazada.

Mi derrame la preñó y eso me exita más. Poniéndome en cuenta regresiva.

No trae sostén, eso lo supe desde que ví sus pezones erectos por sobre la tela del vestido, y de inmediato voy a ellos. Le duelen, pero provocó otro tipo de dolor cuando los chupo. A ambos nos encanta, tener sus tetas en mi boca siempre será motivo de placer. Sus gemidos me hacen saber que también le encanta.

Sus bragas se hacen nada en mis manos y mis dedos recorren sus muslos interiores, subiendo a su intimidad, dónde ya está más que húmeda.

Otra cosa favorable del embarazo: Se calienta con solo una caricia.

Si Rachel no hubiera ido con Stefan.Where stories live. Discover now