Capítulo II: La princesa durmiente

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El corazón le latía violentamente en el pecho.

¿Qué había sido eso?

¿En verdad había visto a John Roy?

"No, eso no es posible", pensó Skylar para sus adentros, sintiéndose de pronto muy pequeña. Toda ella se sentía como si acabara de despertar de una pesadilla, excepto que no lo fue, la sangre en su vestido y en la alfombra eran prueba suficiente. Todavía encontrándose de rodillas en el suelo, se desabotonó el vestido con dedos temblorosos y zafó sus brazos de las mangas para permitir que la parte superior de este se deslizara hasta sus caderas. La piel estaba manchada de sangre, pero ella se encontraba intacta. Aun así, el recuerdo del dolor y de la mirada vacía de Roy a través del espejo la azotó con una fuerza arrolladora.

"Esto no puede ser... Él está muerto... Yo lo vi...".

Y era verdad. A pesar de las recomendaciones del doctor Goul, Sky insistió en asistir al funeral de los caídos, su primer funeral. Allí había visto el cuerpo de John Roy cubierto de flores y a sus padres llorando junto a él durante la ceremonia fúnebre que se llevó a cabo en Gealaí para honrar a las almas que se habían perdido. Presenció cuando el fuego fue encendido y el momento en que sus cenizas se elevaron al cielo, fundiéndose con la aurora, allí junto a las estrellas.

Su vida no fue la única que se perdió ese día, pero si la que más impacto causó en ella. Era la primera vez que alguien cercano a ella fallecía, la primera vez que conocía a alguien para luego ver su cuerpo sin vida.

"Ni siquiera tengo derecho a pensar en él como alguien cercano a mí... Era amigo de Esteban y Nathaly. Yo solo...".

"Yo...".

"Lo dejé morir...".

No. Sabía que eso no era cierto. Había hecho todo cuanto pudo para tratar de salvarlo. Incluso acabó con la arpía, quien fue la verdadera causante de su muerte. Ella lo intentó...

"Tú vives tu vida, mientras que yo perdí la mía... No parece justo, ¿O sí?". El recuerdo de sus palabras la estremeció. Pero si esto no era producto del estrés... ¿Entonces quería decir que se trataba de su espíritu que regresó para atormentarla?

"Pero... ¿Por qué...?", ¿Acaso sus esfuerzos por salvarlo no tenían ningún valor?

Súbitamente se dio cuenta de algo que antes pasó por alto.

¿Dónde estaba Trai?

La impresión que acababa de experimentar tendría que haber sido suficiente para que Traian lo sintiera a través del vínculo y acudiera a su lado, pero Sky no percibía ninguna reacción de su parte por medio de este. Era como si lo que acababa de pasar hubiera pasado desapercibido para él. De cierto modo eso la hizo sentir aliviada. No deseaba preocuparlo. Aun cuando no podía negar que lo que acababa de ver la había dejado con una sensación de nudo en la garganta, también era cierto que deseaba que Trai pudiera disfrutar de toda la paz que fuera posible antes de que la guerra y todo lo que esta acarrearía, fuera inevitable. Llevaba tan poco tiempo prevaleciendo en su forma humana y ya había estado a punto de morir... Y Sky quería más para él, algo mejor que toda esa oscuridad y muerte que los perseguía. Compensar de alguna forma todos esos años que vivió únicamente preocupado por el bienestar de ella.

Con cuidado, se desembarazó de su vestido y lo hizo una bola con sus manos. No quería que nadie se enterase de esto, nadie tenía por qué hacerlo, ya tenían suficiente con lo que lidiar y ella no quería seguir siendo motivo de preocupación para los demás. Cerró los ojos un instante, se dispuso a concentrar su energía en las palmas de sus manos y el vestido comenzó a arder en fuego azul. El olor dulce de la sangre al evaporarse le revolvió las entrañas, por lo que aumentó la intensidad de las llamas hasta que solo quedó un cúmulo de cenizas en sus manos. Se miró al espejo y no pudo evitar preguntarse en qué momento verse a sí misma parcialmente cubierta de sangre y con las manos manchadas de ceniza, pasó a ser un hecho incapaz de alterarla. Lo que realmente la perturbaba era no saber de dónde provenía esa sangre.

El legado de Orión ©Where stories live. Discover now