Capítulo XXVII: Siluetas

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Skylar

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A su alrededor todo se sentía como si estuviera ocurriendo al menos medio segundo más lento. Las voces, el movimiento de los ojos deslizándose sobre su vestido e incluso los saludos corteses a los que Sky respondió mecánicamente con una inclinación de cabeza y uno que otro "Buenas noches", "gracias por haber venido"... Todo parecía estar muy lejos, lejos de sí misma y sus pensamientos.

"¿Cuántas veces se podría decir que proteger y cazar se encontrarían en la misma línea de definición?".

Resultaba irónico cómo dos acciones tan opuestas en significado literal, podían llegar a converger y depender la una de la otra con tanta desesperación.

No podía lidiar con todo, al menos no al mismo tiempo, pero si que podía concentrar toda su mente e incluso su cuerpo en un punto a la vez, de manera que todo lo demás pasara a un segundo plano el tiempo suficiente para que las cosas se alinearan por su cuenta o ella encontrase una mejor forma de afrontarlas. Hasta el río más turbulento encuentra su calma en algún punto de su trayecto. Ragnor la ayudaría a controlar sus poderes, claro que lo haría, era Ragnor después de todo. No podía calcinar a Theodor Gerald aunque la idea le resultase de lo más tentadora, pero si que podía demostrarle que no necesitaba de su "favor" para ganarse a los miembros del círculo y sobre Traian...

"Traian...".

Tan pronto cruzó la puerta de la biblioteca sin volverse para mirarla ni una sola vez, Sky entendió algo que debió de haber descubierto mucho antes. La mejor forma de borrar la debilidad, era fingir que no la tenía en absoluto. Estas personas requerían de una líder fuerte, una unificadora y ella podía ser eso. No era la primera vez que actuaba, la diferencia es que esta vez lo haría persiguiendo sus intereses personales. Dar con Christian. Nada más importaba.

Esta vez, Sky no formaría parte de la obra. Ella sería la dueña del teatro.

—¡Sky! —la voz de Esteban la atrajo al presente. El muchacho se encontraba a los pies de la escalera junto a Nathaly y aparentemente habían acudido a su encuentro, lo que hizo que un grato sentimiento de familiaridad se distendiera a través de todos los puntos de tensión de su cuerpo como un bálsamo— Siento mucho el habernos ido así, pero ya sabes... Parecía que necesitaban un poco de privacidad. No tenía idea de que el viejo Theodor fuera tu pariente, aunque debí imaginarlo, habiendo solo dos Gerald...

—Por Dios Esteb, no seas tan metiche. —le regañó Nathaly, arrancando una sonrisa a Skylar. La dinámica de esos dos era tan típica, que atraía hasta ella una bocanada de normalidad capaz de aligerar la tensión que cargaba a flor de piel. ¿De verdad algún día podría llegar a tener esa misma soltura con Addy después de todo el tiempo que habían estado separadas?— Lo siento prin... Sky. —se corrigió con una sonrisa— Niños, ya sabes.

—¡Niño me dice! —se quejó Esteban, en una exclamación que provocó que un par invitados se volvieran hacia ellos con sobresalto— Un año y cuatro meses, esa es la gran brecha generacional que nos separa.

—Como sea. —se encogió de hombros Nathaly, volviendo su atención a Sky— ¿Estás bien...? Todo eso se vio un poco intenso.

—Intenso es una buena manera de definirlo. —suspiró Sky, feliz de poder formar parte de lo que parecía ser la conversación más normal que había sostenido en mucho tiempo. Bueno claro, si es que podía considerarse como normal el conocer al hombre responsable de gran parte del dolor que tuvo que sobrellevar su abuela en su juventud y que resultaba ser no solo un miembro de un importante grupo de guardianes al cual tenía que hacer todo lo posible por agradar, sino que también era su tatarabuelo— No tenía idea de quién era hasta hoy y tampoco tengo ninguna intención de conocerle mejor. Alguien capaz de hablar y de referirse a Ragnor de ese modo no es alguien a quien quiera como una parte activa en mi vida.

El legado de Orión ©Where stories live. Discover now