Capítulo XIII: La madriguera del conejo

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Skylar

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El tintineo de la porcelana y los cubiertos predominaba sobre el silencio desde antes de que Skylar llegase al salón comedor para encontrarse con su abuela, Ragnor y Raoul, de entre los cuales solo este último parecía haber conciliado sueño la noche anterior. Ragnor y Marion por su parte, parecían particularmente absortos en el mecánico acto de untar mantequilla a un panecillo y beber té respectivamente, a tal punto, que ni siquiera se dieron de cuenta de su llegada hasta que Raoul la saludó.

¡Skylar, querida! Ven, toma asiento. Hoy será un gran día, así que debes desayunar algo apropiado. comenzó a decir el guardián, mientras se levantaba para moverle la silla a su lado ¿Gustas una taza de café?

El rugido de su estómago le hizo saber que una taza de café y panecillos eran una maravillosa opción para empezar el día.

—Un café suena fantástico, gracias. asintió gustosa mientras se sentaba junto a él.

Buenos días cariño. la saludó Marion desde el otro lado de la mesa, con el mismo tono cansado que la caracterizaba estos días. Aunque Sky habría podido jurar que había algo diferente en ella esa mañana, como una sombra que opacaba sus rasgos. Era evidente que algo le sucedía, pero ¿Qué podría ser?, ¿Acaso había sucedido algo con Addy...?

"Addy", recordó de pronto con una punzada de culpa. No había pensado en su hermana desde la tarde anterior...

¿Qué tal estuvo tu visita a Gealaí? inquirió su abuela, arrancándola de sus pensamientos.

Oh, ha sido hermoso. respondió Skylar con un entusiasmo que no pudo reprimir y que despertó un brillo en los ojos de su abuela Trai y yo fuimos al Bazar de la luna y nos topamos con Charles, incluso bailamos la danza de fuego junto a otros guardianes e hijos de la luz. También conocí a una guardiana, madame Moreou...

Al parecer, el nombre de madame Moreou despertó cierto interés tanto en Marion como en Ragnor, pero antes de que alguno pudiera hacerle algún comentario al respecto, Raoul aprovechó la oportunidad para llenar el silencio.

¡Ah la danza de fuego! exclamó emocionado Raoul emocionado, en tanto vertía un poco del café de la cafetera en una taza para ella Me hubiese encantado asistir, pero Freya y yo teníamos mucho papeleo por revisar anoche. Actualización de datos luego de las bajas que sufrimos en la invasión, pasar a limpio algunas de las calificaciones más recientes de los alumnos de la Academia ahora que se acerca la graduación de esta generación y ese tipo de cosas. De hecho, fue Freya quien propuso que se elevara una fogata para celebrar nuestra victoria y aunque no nos encontramos en época de equinoccio, reconozco que no fui capaz de negarme. En mi opinión personal, no existe una manifestación más idónea y capaz de demostrar que los guardianes somos mucho más que enormes bestias con dientes afilados. argumentó, irguiendo una ceja en dirección a Sky en una clara interrogante hacia los terrones de azúcar, a lo que la chica respondió negando con la cabeza, obteniendo un gesto de concordancia por parte del guardián Los hijos del cielo somos fuego vivo y danzante. Fluye a través de nosotros y nos conecta con la naturaleza del mismo modo en que lo estaban nuestros ancestros elementales.

"Elementales". Sky reconoció el término porque la noche anterior Traian lo mencionó cuando le habló de algunas de las otras especies que habitan este mundo. "Ancestrales", así fue como los llamó.

Pero, ¿Qué querría decir Raoul con eso de "nuestros ancestros"?

Creí que la danza de fuego solo podía llevarse a cabo durante el equinoccio. comentó Ragnor con la mirada fija en el contenido humeante de su propia taza.

El legado de Orión ©Where stories live. Discover now