Capítulo V: La ilusión más pura

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Era la primera vez que Sky salía de la mansión desde el ataque y la sensación que le provocó traspasar la puerta fue liberadora, no porque se sintiese de algún modo incómoda dentro de esta, sino porque le resultaba gratificante estar en un lugar donde, si lo deseaba, podía entrar en metamorfosis sin ninguna limitación. Como si la inmensidad del cielo polar le extendiera una invitación a liberar su forma de guardiana.

Traian y Skylar apenas habían comenzado a encaminarse hacia la verja abierta, cuando esta última se dio cuenta de que varios pares de ojos curiosos los observaban. Algunos trataban de mantener el disimulo, mientras que otros no escatimaban en comentarios silenciosos conforme iban avanzando entre las tiendas de campaña que conformaban el pequeño campamento entorno a la estructura. Ragnor había ofrecido a quienes no quisieron aceptar su invitación de hospedarse en la mansión, mandar a traer algunas casitas prefabricadas para las familias que necesitaban un lugar temporal, mientras sus hogares terminaban de ser reparados, pero estos se negaron. Aun en Gealaí había quienes despreciaban a Ragnor por ser un híbrido de la oscuridad y aunque no eran lo que podría llamarse como "hostiles", si preferían evitarlo todo lo que les fuera posible, como si de un leproso se tratase. Esto provocaba en Sky un sentimiento amargo de tristeza, puesto que solo bastaba con conocer a Ragnor para darse cuenta de que este era mucho más que una ascendencia que no lo definía. Ragnor era gentil, generoso y daba sin preocuparse de recibir nada a cambio... Pero algunas personas son demasiado prejuiciosas para mirar más allá de sus propias narices.

Ambos habían sido cuidadosos de no tomarse de la mano en público y actuar con su naturalidad habitual, pero aun así, Sky podía sentir las miradas taladrándolos a cada paso. Trai se acercó un poco más a ella y rozó su hombro con el suyo en un claro intento de atraer su atención.

"Sienten curiosidad por ti, es entendible. Después de todo, un día serás su reina".

"Podría o no serlo... Eso todavía no está decidido". las palabras se formularon en su mente a tal velocidad, que fue imposible para Sky siquiera pensar en reprimirlas. Por un instante, temió la reacción de Trai ante este pensamiento, pero este apenas frunció el ceño antes de asentir.

"Tienes razón". concedió "De cualquier forma, es tu decisión, pero me temo que eso no cambiará la manera en que te ven. Las personas creen lo que deciden creer y si para ellos eres la imagen de quién será su reina o su enemiga, eso serás".

"¿Enemiga...?". La gravedad de la palabra la golpeó con fuerza.

¿Realmente podría haber quienes la considerasen como el enemigo entre estas personas?

La verdad es que no lo había considerado hasta ese momento y de pronto, el recuerdo de su primer encuentro con Lady Tara Dawson la asaltó. Tara había sido hostil con ella desde el primer instante y para Sky no era ningún secreto que existían algunos quienes adoraban a aquella mujer y confiaban en su criterio, aun después de su desaparición y a pesar de los cargos que Ragnor y Raoul expusieron en su contra. Por supuesto que habría quienes la considerarían su enemiga... Era una híbrida al igual que Ragnor después de todo, algo que se apartaba de los parámetros conocidos por quienes la rodeaban y eso ya era mucho decir.

Lo desconocido evocaba el temor y ella lo sabía muy bien.

"Lo siento...". comenzó a decir Trai nuevamente a través del vínculo, como si fuera capaz de percibir las sombras oscureciendo sus pensamientos "Es la primera vez que sales de casa en días y yo ya estoy de aguafiestas. Es solo que no quiero que la opinión de terceros pueda causarte algún daño. Sus opiniones y prejuicios en este momento son en base a la ignorancia, ya sean buenos o malos. Ellos no te conocen. Y si alguno llegase a verte con malos ojos aún después de conocerte, entonces es porque es idiota. Solo mira a Ragnor, es un tipo estupendo y aun así hay personas demasiado ciegas en su estupidez como para notarlo. Lo que quiero decir es...".

El legado de Orión ©Where stories live. Discover now