El protector

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Días del pasado


Marion

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—No es más que un niño, Ragnor... No podemos solo colocar una carga tan pesada sobre sus hombros porque si, no es justo. Sin Cora y Eleazar es nuestro deber protegerle...

—Esta es la mejor opción que tenemos para protegerles a ambos Mar, tú lo sabes. No es una decisión tomada a la ligera. El don que ha heredado Traian les proporcionará de una protección que yo no podré brindarles sin despertar sospechas. Hasta donde todos saben, la muerte de Elizabeth Dawson ha marcado el fin de la dinastía de los primeros hijos y los antiguos están considerando la adición de un miembro más al Consejo Inmortal. Raoul y Lady Dawson no dan abasto con las Academias y los temas burocráticos, por lo que necesitan de alguien que se encargue de la parte militar, ya sabes... —Ragnor se removió incómodo, un gesto apenas perceptible en la forma en que intercambió el peso de una pierna a otra. Un gesto que con toda seguridad pasaría desapercibido para muchos, pero no para Marion— Ronan me ha postulado al cargo.

La guardiana no pudo evitar mirarle con una mezcla de desconcierto, sorpresa, pero por sobre todas las demás, orgullo. Era un gran honor el que le mencionaba, más sin embargo, su voz no traslucía mucha alegría que pudiera decirse.

Viniendo de Ronan no le extrañaba, él siempre quiso mucho a Ragnor, eran los demás quienes le preocupaban. Aquellos que rehuían de Ragnor, despreciándole por su naturaleza híbrida. Aquellos que preferirían perder una extremidad que verle en una posición de poder.

Como si fuera capaz de leer sus pensamientos, Ragnor asintió y prosiguió— Tendré muchos ojos puestos sobre mí, siguiendo mis pasos ahora más que nunca, lo que me impedirá mantenerme cerca y no puedo solo dejarles sin protección. La Deidad suprema quiso que las almas de Traian y Skylar estuviesen unidas por el vínculo, lo que es una gran bendición, —añadió con una dulzura que provocó que algo cálido se distendiera por las venas de Marion— estar juntos les hace fuertes, pero la cercanía de sus mentes humanas con la conexión telepática podría unir los cabos sueltos producto de la extracción de sus recuerdos e inevitablemente la memoriae restablecería sus memorias.

Marion negó con la cabeza.

Aquello no era una opción.

—No pueden cargar con todo eso... No ahora. No después de todo lo que han perdido... —Marion se mordió el labio para detener el temblor que amenazó con entrecortar sus palabras, sentía el corazón apretado en el pecho. "Son solo niños...", era lo único en lo que podía pensar— Pero Trai merece más que esto... Su padre era el jinete de James, no puedo hacerle eso, tomar su vida de esa forma...

—No le estarás haciendo nada, él ya ha accedido a fungir como su protector. Ha sido su decisión.

—Tiene cuatro años, no tiene idea de lo que implica. No sabe a lo que está renunciando... Merece una infancia.

—Créeme, lo sabe. Si alguno de ellos o de los nuestros llegase a verme o percibirme cerca despertaremos sospechas y no cabe dudas de que la estarán buscando. Tal vez los hijos de la luz no sepan de la existencia de ella y de su hermana, pero los oscuros si o no habrían irrumpido en Gréine. Es por eso que no podré entrenar a Traian en el dominio de la magia, no de la manera adecuada, pero puedo depositar algunos conocimientos en él y en su forma divergente podrá proporcionarles protección a ambas y a sí mismo. Su don le permitirá protegerlas de una forma que yo no podré.

Marion se frotó las sienes, mientras observaba con melancolía a su pequeña nieta y al hijo de Eleazar Lovewood. Apartarlos el uno del otro era impensable. Sky había amado intensamente a su madre y a su hermana, su pérdida le dejó desecha y la herida en su pierna no hizo sino empeorar las cosas privándola del sueño. Trai por su parte, sufría el dolor de su guardiana como si fuera suyo y ni siquiera conciliaba descanso cuando Sky sucumbía a la fiebre de a ratos. Se mantenía alerta, con su pequeña mano cerrada entorno a una daga de plata con grabado de hojas, que Marion reconoció como lo que seguramente era una de las pocas posesiones que este último pudo rescatar de su padre.

El legado de Orión ©Where stories live. Discover now