Capítulo XVI: El círculo

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Aun cuando ya conocía la respuesta, una parte de Sky se atrevió a albergar la esperanza de que Amanda negase el parentesco con Tara Dawson. Tenerla ahí frente a ella ya se sentía como una pesadilla, pero aunar lo peor de sus años humanos a su propio árbol familiar, que de por sí ya poseía un número considerable de ramas podridas... Era poco menos que excesivo. Casi parecía que el destino, Dios, Arael o quien sea que estuviese a cargo de su suerte, se estuviera divirtiendo mientras jugaba a poner a prueba su tolerancia y su cordura.

—Así es. —respondió Amanda y al hacerlo, Sky pudo ver que el rumbo de aquella conversación había alcanzado un punto ansiado por ella— Lady Tara Dawson era la abuela de mi madre.

"Por supuesto que lo es".

Al parecer, la maldad equivalía a un gen dominante en ellas. El solo recuerdo de Tara amenazando a Christian hizo que el fuego que todavía bailaba sobre su piel, se elevara en furiosas llamaradas azules. Era consciente de que todos las miraban, pero aunque sus bocas se movían, no podía escucharlos. Aparentemente el círculo no solo aislaba la magia de su interior, sino que de cierto modo también los aislaba a ellos del exterior.

—¿Eso quiere decir que tú y yo...? —las palabras le rasparon la garganta. No había nada que desease más en aquel momento que el que Amanda se retractase de lo que acababa de decir, pero Skylar sabía bien que eso no iba a pasar. La verdad fue dicha y solo bastaba con ver a Amanda para saber que esta era inequívoca.

—¿Que si somos familia? —inquirió la chica con disgusto— Por supuesto que no, tu sangre y la mía no tienen nada en común.

—Tara Dawson es prima de mi madre, así que no puedes negar que existe un parentesco entre nosotras Amanda, nos guste o no.

La expresión en el rostro de Amanda se tornó sombría.

—¿Y eso qué? —espetó y Sky fue capaz de percibir cómo su odio se entremezclaba con la ira— ¿Acaso crees que eso podría cambiar algo? La rama no hace al árbol, tú y yo no nos parecemos en nada.

—Qué bien que estamos de acuerdo en eso. —replicó Skylar dando un par de pasos hacia adelante, harta de su altanería. El tigre la miró de soslayo, como si esperase alguna orden de sus pensamientos. Para ser una ilusión, lo cierto es que parecía bastante atenta a su entorno, del mismo modo en que lo estaría una verdadera criatura, real y acechante— Tara Dawson es una mujer desagradable y sectaria que no solo desprecia a los humanos, sino que incluso se piensa a sí misma como alguien superior a los propios guardianes. —agregó, plantándose con firmeza ahí donde se encontraba— Así que tienes razón. Tú y yo no nos parecemos en nada, tú y ella en cambio, si que tienen mucho en común.

Amanda lanzó un grito ahogado y en un arrebato de furia invocó otro par de esferas doradas en sus manos, pero justo cuando iba a dar un paso en dirección a Skylar, el tigre rugió con ferocidad y se acercó hasta su invocadora. Los hilos de fuego que fluían de la punta sus dedos, todavía curvados a causa de sus garras, parecían ondear en el aire mientras seguían las órdenes de los pensamientos de Skylar y movían a la criatura celeste según su voluntad. Amanda se quedó parada donde estaba, con los dedos crispados alrededor de sus esferas de luz, las cuales arrancaban flamantes destellos de su densa cabellera roja. Tal vez el rugido de su tigre la había tomado por sorpresa, pero Sky no era tonta como para pensar que su táctica podría funcionar una segunda vez. Una ilusión incorpórea no podría servirle de defensa ante un ataque.

—Tara Dawson es una nefilim intachable. —articuló Amanda del mismo modo en que lo haría un fanático— Durante toda su vida ha buscado la supervivencia de los hijos de la luz en esta guerra a favor de los humanos. Así que no te atrevas a hablar mal de ella, mucho menos delante de mí. —amenazó.

El legado de Orión ©Where stories live. Discover now