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Layla

Está lloviendo y hay mucho barro. No sé dónde estoy, pero el lugar me parece conocido. Intento caminar pero no logro hacerlo, es como si una fuerza sobrenatural me lo impidiera. Me siento desesperada porque no puedo moverme. Mis pies se comienzan a llenar de un barro demasiado líquido: parece agua sucia, pero se sigue sientiendo la contextuta del lodo.

-Ven, Layla -escucho que me llaman a lo lejos-. Ven...

Volteo a todos lados y sigo sin ver nada. Extiendo uno de mis brazos al frente y siento como me toman de la mano y me hablan fuera del charco en el que estoy estancada.

La lluvia no me deja ver quién me tomó, está todo borroso y es frustrante. Cuando siento que estoy junto a esa persona, me limpia la cara con sus manos secas.

¿Por qué está seco?

Me olvidó de inmediato de esa pregunta cuando entrelaza sus dedos con los míos y empezamos a caminar bajo la lluvia.

-Layla -escucho que vuelven a llamar. Esta vez es una voz conocida; es un chico-. Layla Espino...

Volteo a ver a la persona que me lleva de la mano y, sí, es un chico. Él también me está viendo y mueve sus labios.

-Espino...

Es...

¿Santiago?

-Layla Espino...

...

-¡Espino! -exclaman y me enderezo en mi asiento dando un brinco.

Dios... Tengo el corazón en la boca.

-Espino, ¿puede decirme de qué va la clase de hoy? -preguntan pero aún no distingo quién.

Me froto los ojos y vislumbro a la profesora de matemáticas frente a mi silla compartida. Justo en ese instante caigo en cuenta que me quedé dormida en plena clase y no hay nada que justifique eso porque no tarde me dormí ayer.

Amas dormir.

Y sí, no puedo negarlo pero ¡en clases no se duerme!

Una sola vez en mi vida me quedé dormida en clases y fue en cuarto grado. Recuerdo que la gran mayoría de los estudiantes estaban esperando que el profesor se levantara de su escritorio para explicar la clase de historia, pero tardó demasiado, y el día anterior me quedé hasta tarde usando internet viendo vídeos en YouTube. El profesor no dijo nada, sólo que cuando iba pasando para ir hacia el pizarrón y me dió un fuerte toque en el hombro para levantarme, a duras penas entendí algo sobre el Acta de la Independencia.

Pero ahora estoy en último año de secundaria y dudo mucho que está profesora lo deje pasar así como así.

-Intenté despertarte -susurra Santiago a mi lado.

-Usted calle, Coletti -dice Mitler, la profesora-. Espino, espero su respuesta. Toda la clase la espera.

Suspiro, preparada la humillación que me va a dar con sólo abrir mi boca y decir la verdad.

-No, no sé nada de la clase -digo

Ella sonríe con suficiencia y mientras se voltea y empieza a caminar hacia el frente del salón y dice:

Belleza OscuraWo Geschichten leben. Entdecke jetzt