🕧CAPÍTULO TREINTA🕧

894 194 72
                                    

Parecía que había pasado una eternidad de silencio, hasta que Peter habló —Isa, ¿estás bien?, estás algo pálida.

Finalmente logro reaccionar y le sonrio, fingiendo no estar para nada asustada, preocupada y sorprendida.

Ni siquiera yo se que es lo que siento.

Ahora sabía con exactitud porque los ojos de Margarita me recordaban a Peter.

—Estoy bien, es solo que tu abuela es muy linda —digo en cuanto recupero mi voz. —Tienen los mismos ojos.

La abuela de Peter no deja de sonreír y abre sus brazos ofreciendome un abrazo, el cual acepto.

Quizás ella tampoco me recuerda, en estos momentos no me conoce,¿Verdad?

—Mi niño me habló mucho de ti —dice cuando nos separamos.

—Espero que no hayan sido cosas malas —respondo.

—Oh no querida, todo lo contrario, habla de ti como su heroína —por alguna razón lo último me causa escalofríos.

—¿Abue, tienes hambre?—pregunta peter ante mi silencio.

—En realidad no tengo mucha, ¿pero sabes que si necesito?.

—¿Qué cosa?.

—Unas pastillas que se llaman
Hiloder. —Responde amablemente.

—¿Está enferma?. —Me atrevo a preguntar.

La verdad si me sorprendería un poco, porque cuando la conocí en la universidad fumaba mucho pero lucía muy sana.

Doña Margarita comienza a
negar. —no, no, estoy perfectamente, solo que las tomo para fortalecerme, ya sabes, ser una anciana de 70 años no es nada fácil —explica y Peter parece más relajado.

—Muy bien, entonces iré a buscarlas, quizás demore un poco ya que la farmacia no queda tan cerca —dice Peter y me mira —¿estarás bien cierto?. —me pregunta.

—Claro, yo me quedaré aquí platicando con tu abuela.

—Dime Margarita por favor —pide su abuela.

Le sonrio y peter finalmente se va.

En cuanto la puerta se cierra indicando que Peter está lejos le digo a Margarita. —no había escuchado nunca de esa pastilla.

Margarita me sonríe como una niña que ha hecho una travesura. —Es porque no existe. —confiesa.

—¿Entonces porq —intento preguntar pero me interrumpe.

—Tranquila, solo quería que se fuera algo lejos y nos dejara hablar tranquilas. —explica —y por favor ayúdame a sentarme ya. —pide.

Y capto que no la hemos dejado tomar asiento, rápidamente la acompaño hasta el sofá mas cómodo y la ayudo a tomar asiento.

Estando sentadas una delante de la otra me veo en la necesidad de sacarle platica —¿Entonces usted no vive aquí?.

—No, vivo en Estados Unidos —eso no me sorprende mucho ya que aparenta mucho ser de ahí, al igual que
Peter. —Pero tenía mucho tiempo que no veía a mi niño, lo extrañé demasiado. —dijo lo último muy melancólica.

—La entiendo —le digo sinceramente.

—Lo sé, se que no fue fácil vivir sin el tanto tiempo —su respuesta hace que abra mis ojos en sorpresa.

—Us-usted —comienzo a tartamudear.

—Si Isabell, te recuerdo, yo también volví al pasado —responde adivinando lo que quería decirle.

En tan solo un mes [Finalizada Sin Corregir] حيث تعيش القصص. اكتشف الآن