veintidós

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El gatito se adapta bien a las toallas mojadas, aunque hay que convencerle de que salga de debajo de la cama para probarlas. Hace tiempo que Jeongguk se ha dado cuenta de que tiene una especie de fascinación por el material de la toalla en sí, por lo que moja la mitad de su toalla más gruesa, y deja que Min juegue y muerda el lado seco mientras lo lava. Es un proceso tedioso y el gato no está tan limpio como debería, pero funciona bien y termina ronroneando contra el pecho de su dueño mientras lo seca.

—Definitivamente, eres el animal más peculiar que existe. —asiente Jeongguk. —Y eso dice mucho. Mi amigo Yoongi tiene un loro mascota, ¿sabes?

Las orejas de Min se levantan con interés, y Jeongguk se ríe.

—¿No me digas que a los gatos les gustan los pájaros?

Cenan juntos en silencio: un plato de pescado para Min que Jeongguk había cocinado desde cero, y las sobras para sí mismo. Aunque pueda parecer que su gato está comiendo mejor que él, Jeongguk no querría que fuera de otra manera.

—Hoseok dice que te mimo demasiado. —le dice el chico con sinceridad. —Pero realmente no creo que sea mucho, ¿o sí? Creo que te he dado exactamente lo que necesitas. Eso espero, al menos. Nunca he criado una mascota.

Min está ocupado metiendo la cara en su comida cuando el teléfono de Jeongguk empieza a sonar en el mostrador.

—Espera. —le dice, aunque Min no le presta atención.

Jeongguk apoya la parte superior de su cuerpo contra la mesa antes de mirar el identificador de llamadas: es Hoseok, aunque no tiene ni idea de por qué llama a estas horas de la noche.

—¿Hyung? —murmura en el auricular cuando contesta, lamiéndose la yema del pulgar, el cual está cubierto de comida. No es el comedor más sucio del mundo, pero tampoco es el más limpio. —¿Todo bien?

—¡Oh, todo está bien! —La voz se escucha estática a través de la línea. Incluso amortiguada, Hoseok suena más feliz que casi el noventa por ciento del planeta en un buen día. Eso hace que Jeongguk sonría. —De hecho, estoy fuera de tu apartamento ahora mismo. Tengo algunos regalos que creo que a ti y a tu gatito les podría gustar.

—Oh, hyung. —se ríe. —No tenías que hacer todo eso.

—No te preocupes, Jeonggukie. Son solo algunas cosas que me sobraron de la última visita de mis padres, cuando trajeron a mi perro. Ha crecido demasiado como para que le quepa algo, así que tal vez puedas usarlo. Tengo algunos juguetes, por si te interesa.

—Todavía no he intentado jugar con él. —señala Jeongguk, sintiéndose un poco intranquilo. ¿Acaso Min estaba aburrido? ¿Querría jugar? Nunca parecía deseoso de hacer mucho más que ser cargado y mimado.

Aun así, vale la pena intentarlo, ¿no?

—Bueno, saldré ahora mismo. —emite finalmente el más joven, volviéndose hacia su gato, que casi ha terminado de comer. —Min-ah, hyung va a salir un rato. Tienes que asegurarte de terminar todo eso.

El gato finalmente lo mira, inclinando curiosamente la cabeza y dejando que sus orejas se muevan un poco.

—Ya vuelvo, bebé. —ríe. Y solo por curiosidad, añade—: Si no vuelvo en cinco minutos, llama a la policía.

Le da a Min un rápido masaje en sus suaves mejillas antes de dirigirse a la puerta principal, poniéndose los zapatos y dejando atrás al animalito.

LONELY [kookmin]Where stories live. Discover now