veintiocho

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Jeongguk termina tratando de aliviar su estrés, limpiando el apartamento y de paso, dándole una mejor situación de vida a Jimin. Mientras que el gato, ¿humano? ¿Chico? Está perfectamente contento holgazaneando en el suelo como lo hacía en su forma gatuna. Jeongguk no puede negar que si es que le hacía dormir toda la noche sobre las tablas de madera, se sentiría culpable por semanas.

—No creo que tu forma humana pueda soportar dormir en el piso, no como antes, al menos. —razona, sacando algunas mantas de su armario para extenderlas sobre el otro colchón que tenía. Lo guarda para ocasiones especiales, como para cuando sus tres amigos deciden quedarse en su apartamento a la vez. Por mucho que a Jeongguk no le importe abrazarlos, su sofá es demasiado pequeño para albergar a una persona, y su cama no está hecha para que quepan los cuatro. Sin embargo, se las arreglan con este extra que ha comprado.

—Está... esponjoso. —murmura Jimin, pinchando el colchón en cuestión con una uña corta pero afilada. —Abultado.

—Te acostumbrarás, lo prometo. —suspira. —Por cierto, tus frases van mejorando.

—Sigue siendo difícil. —confiesa, observando con atención el suave colchón. —Pero estoy intentándolo.

—Aprendes rápido, aprecio que lo intentes. —emite, estirándose y rascando levemente su nuca. —¿Hay algo que quieras hacer?

El chico se queda pensativo por unos segundos. —¿Jeongguk? —pregunta. —¿La tele?

—¿Tele? —repite Jeongguk, mirando los ojos esperanzados de Jimin. Le lleva unos segundos antes de soltar una risa, divertido. —Sí, puedes ver la televisión. Tengo que llamar a un amigo, de todos modos.

Jimin no se ve tan feliz como Jeongguk había pensado que estaría, dado el permiso que acaba de darle. Pero trata de aplacarlo con una pequeña sonrisa propia, haciendo un gesto para que el otro lo siga mientras enciende la televisión en la sala de estar.

—¿Qué te gustaría ver? —La situación es extraña. Siempre deseó poder preguntarle a Min muchas cosas en diferentes momentos del día, preguntándose de vez en cuando cómo era el interior su cabeza. Pero ahora está aquí. Tratando de hacérselas a un chico precioso que lo mira como si tuviera todas las estrellas en sus manos.

Es muy extraño.

—Cocina. —murmura con dificultad, jugando con sus dedos. —Los programas de... Cocina.

El más alto le sonríe mucho más en respuesta, una sonrisa genuina. —A mí también me gustan mucho esos programas.

Jimin le devuelve la sonrisa mientras se sienta en el sillón, abrazando sus rodillas. —Lo sé.

Jeongguk deja que el sonido de la televisión llene el vacío del apartamento antes de excusarse para volver a su dormitorio, confiando en que los ojos del más bajo se mantendrán igual de hipnotizados con el objeto como lo hacía hace unos días.

Se instala en su cama y solo... piensa, por un largo rato. Min es un humano y su verdadero nombre es Jimin. Es adorable, mira a Jeongguk con la misma manera que lo hacía como Min y parece no tener malas intenciones. Sabe algo que solo su gato sabría, lo que descarta la posibilidad de que sea un extraño. En realidad, es una ventaja que se parezca exactamente al chico de la publicidad por el que ha estado suspirando en secreto en sus noches más solitarias.

Pero bueno, si alguien llegara a escuchar sus pensamientos, definitivamente creería que está loco.

Levanta su teléfono y vuelve a repasar sus contactos, permaneciendo un buen rato sobre el nombre de Taehyung mientras inhala y exhala suavemente. Tiene la leve esperanza de que no le conteste o que si lo hace solamente le diga: "Oye, ¿qué te pasó y por qué preocupaste a Hoseok?"

Sin embargo, a estas alturas, ¿podría siquiera ocurrir algo peor?

—Hola. —murmura el menor una vez que la llamada finalmente es contestada.

—¿Cómo está Jimin?

Joder, sí que puede empeorar, y mucho.

—Está... —A Jeongguk le cuesta más que nunca formular una frase coherente, un poco demasiado aturdido para siquiera preguntarle que estaba pasando. —Está bien, lo dejé mirando un programa.

—Gracias a Dios. —suspira Taehyung, sonando demasiado aliviado pero sin ninguna razón aparente. Esto solo provoca que se alarme más.

—¿Cómo supiste...?

—Voy hacia allá. —emite seriamente el contrario. —Y te ayudaré a entenderlo todo, espérame.

Jeongguk no tiene oportunidad de responder antes de que la línea se apague, y a través de la neblina en su cerebro, al menos tiene la capacidad de registrar que va a tener un invitado.

Debería limpiar la mesa de la cocina.

LONELY [kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora