Capítulo 10

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Él movía violentamente su lengua dentro de mi boca, deslizó sus manos sobre mi barbilla y acarició mi nuca. Podía sentir la textura de sus manos, estaban húmedas y pegajosas; eran
muy distintas a mis delgadas manos.

Nuestros labios humedecidos, su lengua en mi boca, sus manos en mi nuca y su respiración tan caliente que casi parecía húmeda, todos mis sentidos se sentían tan abrumados que casi me desmayo. Podía sentir el dulce aroma de sus feromonas que ingresaban y se derretían en mi boca, era un sabor extremadamente dulce.

—Ah, ah

La saliva escurría por nuestros labios al tratar de respirar. Traté de apartarlo, lo empujé, pero fue una acción inútil. Su pecho se sentía tan duro como un enorme muro de piedra que no podía ser demolido por mi poca fuerza. Su cuerpo que se pegaba a mí con tanta fuerza era grande y musculoso.
¿Este es Doha?

—Eres tan delicioso. —De sus labios salió un susurro y de nuevo pegó sus labios a los míos e hizo que mis hombros temblaran.

Como pude respiré, mientras de mi boca escapó un pequeño sollozo. Sus manos seguían
deslizándose como una serpiente rozando todo mi cuerpo, cada parte que tocaba la encendía,
mientras que nuestros labios no paran de besarse insistentemente.

Todo mi cuerpo hormigueaba. Fue tan doloroso. Hacía tanto calor, sudaba, el aire frío que se
colaba me puso la piel de gallina. En ese momento se desbordaban todo tipo de sensaciones indescriptibles. Todo era nuevo para mí.

—Eres la cosa más dulce. —Salió otro susurro de tono bajo.

Sus labios, que se pegaban tenazmente y masticaban los míos. En un instante, cedí y mis manos cayeron. Sentía como si fuera a morir. Mis labios empapados, estaban todos
hinchados y calientes. El temblor intermitente en mi cuerpo continuó sin cesar. Él enterró su
mirada en mí. Extendió sus manos y limpió mis ojos húmedos.

—Tienes esta apariencia y ni siquiera he comenzado.

No iba a ser tan estúpido y preguntar qué seguía, incluso sin experiencia alguna sabía que es
lo que iba a continuar. Mis ojos estaban tan húmedos que él siguió acariciándome, tratando
de limpiarme.

—Si hago algo peor, ¿realmente llorarás?

Escuché el sonido de unos engranajes, no tenía idea de dónde me encontraba. Él se levantó, frunció el ceño y se quitó el cinturón de seguridad. Pensé que debía salir del auto, así que me volteé, abrí la puerta con intenciones de salir.

—Baja.

¿Dónde estoy?, cuando estaba a punto de preguntarle ¡Guau! Escuché el ladrido de un perro.
Levanté la cabeza y vi el garaje de una gran casa.

—Disculpa, él siempre se aferra a mí, incluso he tratado de apartarlo, pero todo es inútil, les
advertí a los criados que no lo dejaran andar por allí deliberadamente. —Estaba bastante asombrado.

—Estoy impactado, no esperaba que un perro me ladrara inmediatamente después de bajarme el auto.

¿Cómo no iba a sorprenderme si ni siquiera sabía dónde estaba?
No debí subirme al auto, debí hacerle caso al doctor y mantener mi inhibidor cerca. Si solo hubiera hecho caso todo esto no me estaría pasando,
¿Será que él piensa que no tomé mi inhibidor para poder seducirlo? De verdad quería
desaparecer en ese momento.

—Si gustas, puedes volver a entrar.

El fingió volver al coche, así que lo seguí, pero en un instante mis piernas perdieron fuerzas, me tambaleé y Doha corrió para sujetarme. Me agarró con fuerza de la cintura y me apoyó en él.

Hunting Night (Noche de caza)Where stories live. Discover now