4. Groupie

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El recuerdo de la reacción de mi padre al decirle que había dejado el equipo se repetía muchas veces en mi cabeza.

-¡No sirves para nada! Maldita la hora en la que tuve una hija tan inútil como tú. ¿Qué no te das cuenta de que lo único qué haces es dejarme en mal frente a todos nuestros amigos?
-Papá, ya no podía seguir ahí, no me sentía bien. Tienes que entenderlo, por favor.

Sentí el fuerte golpe en la mejilla y comencé a llorar.

Me había golpeado.

Lo que no sabía es que esa no sería la última vez.

Siempre que me sentía con la confianza necesaria para hacer algo, el recuerdo regresaba y con él traía todas las inseguridades que no me dejaban dormir por las noches.

Hoy por fin tendría la entrevista para la universidad. En gran parte estaba muy emocionada, pero siempre estaba esa parte oscura de mi cerebro que me decía que no era suficientemente buena, que no lo merecía.

La entrevista era a la 1 de la tarde, así que fui con Crystal al gimnasio para intentar calmar los nervios y después volví a casa para prepararme.

Esta vez no me había topado a ningún atractivo piloto y no sabía cómo sentirme al respecto.

Una vez estuve lista agarré mis cosas y salí en camino a la universidad.

Al llegar vi que habían unas cuántas chicas más. Todas parecían ser extranjeras, lo que me dio algo de tranquilidad.

Al llegar mi turno, entré a una pequeña oficina con dos profesores y me hicieron algunas preguntas sobre mi vida en Estados Unidos, mis metas, por qué había decidido mudarme y ese tipo de cosas. En ningún momento mencioné nada sobre el abuso psicológico y físico que ejercían mis padres sobre mí. La verdad es que nunca había podido contarlo abiertamente.

La entrevista fue bastante bien, me dieron unas pequeñas indicaciones y un mapa del campus para cuando iniciara mis clases el lunes siguiente. La verdad es que todo era justo como lo había imaginado.

De camino de regreso al apartamento decidí ir al mismo café de ayer a merendar algo. Entré algo avergonzada de que la señora se acordara de mi patético llanto del día anterior, pero la verdad es que ese donut valía la pena la vergüenza. Pedí lo mismo y esta vez me senté en la barra frente al mostrador.

-Toma, querida. No hay grieta en el corazón que no pueda ser llenada con un poco de chocolate. -dijo la agradable señora cuando me sirvió el donut, esta vez, con más chocolate que la última vez.

-Oh, muchas gracias, qué amable. -Le sonreí.

-¿Extranjera, no? ¿Vienes de vacaciones? -preguntó mientras secaba unas tazas con una toalla.

-Sí, soy estadounidense. Y no, no vine de vacaciones, pedí una beca para la universidad y me la aceptaron. Voy a estudiar estadística. -comenté.

-¡Felicidades! No sé de qué va eso que estás estudiante, pero la verdad es que se oye interesante. -se me quedó mirando por unos segundos y luego continuó. -Mira, quizá no soy más que una anciana entrometida, pero veo duda en tus ojos. No te preocupes, todo va a salir bien, y si no, vienes aquí y yo te voy a servir el donut con más chocolate de todo Europa, ¿Te parece?

Me dio un apretón en la mano y no me dejó responderle porque se fue dentro de la cocina a seguir con sus cosas. Me había sorprendido el comentario, claramente no era mi intención que la gente notase que tenía un lío en la cabeza, creo que esto es más grave de lo que pensaba.

Terminé de comer y me despedí de la señora que ahora sabía que se llamaba Margot. Le di las gracias y le prometí volver pronto.

Volví a casa y le escribí a Crystal para contarle cómo había ido la entrevista.

Realidad ❀ Charles Leclerc Where stories live. Discover now