Capítulo 6. "Amigos que siempre te salvan".

26 1 1
                                    

Narra Lara García.

- Pues ea, una sobrinita más –me encojo de hombros, después de que Carlos lo gritase a los cuatro vientos-. Enhorabuena, tía.

- Después de años buscando, ya era hora –sonríe Pili, respondiendo a mi abrazo-.

- ¿In vitro? –quiere saber Ana-

- Sí. Él no quería decíroslo, pero se lo preguntó a la ginecóloga y le dijo que era más que seguro y que, para colmo, se veía que era nena.

- Pobre –exclamo-.

- Y dice que el padrino es tu hermano, eh.

- Como para dudarlo –se ríe Ana-.

- Por cierto, qué quietecillo está –comento mirándolo-.

Bebiéndose una cerveza en la barra. Mirando al suelo.

- Ya festejó a solas con Carlos –concede Pili, que sigue explicándose al ver nuestras caras de no saber nada-.: Cuando vino a decirle lo de vuestros padres.

- ¿Qué pasó? –pregunta mi mejor amiga, sin entender nada-

Suspiro, creyéndome bien que lo diré en voz alta. Para mí estos días han sido una completa pesadilla, viendo a mi madre viviendo con nosotros y despidiéndose, indirectamente, de sus nietos.

- Lari, por favor, me asustas –sigue Anita-.

- Mis padres se divorcian.

Ya está. Mi cabeza estaba pensando en un discursito para hacerlo sonar más leve. Pero es mi mejor amiga. Nos contamos hasta lo incontable sin pelos en la lengua. Y la noticia irá, tarde o temprano, en boca de todos los vecinos.

Ana siente el mismo vacío que yo al instante. Mis padres la quisieron (y la quieren, creo) como una hija más, y para ella son sus padres de corazón.

Recibo un abrazo suyo:

- ¿Cómo lo llevas?

- Estoy deseando despertar de este sueño, tener al lado a Nachito y a ellos locamente enamorados, nena. ¿Para qué mentirte?

Se sorprenden. Es la primera vez que hablo de mi difunto marido con total naturalidad, aunque desde el dolor.

- Es que la vida ha sido muy cabrita contigo –oigo a Edu, quien me saca una sonrisilla-. Enhorabuena, Rica (su nombre de pila), pero ten cuidado no paras una cachorrilla en vez de una niña.

Nos echamos a reír.

Son necesarias estas personas en el mundo.

- Ni que fuese esto "Crepúsculo" –exclamo-.

- Escucha, pues a vuestro amigo le gustaría más –rebate la aludida entre carcajadas, y abrazándolo-. Gracias, mi niño.

- Nada, amor. Lo que sea, ya sabes...

- Llamo al consistorio –bromea ella-.

Se retira, declarándose intruso y dándonos amor.

Por su territorio, el masculino, se respira cariño amistoso. Hace muchísimo que no veo a mis hermanos, sobre todo a Miguel, tan sonrientes y divertidos. No puedo enterarme de lo que dicen, pero están muy felices. Y eso me hace feliz a mí. Después del momento tan agridulce por el que estamos pasando.

Mientras, mi hija está sentada en su cama con el móvil entre los brazos.

- Tienes que relajarte –se escucha una voz varonil y dulce desde el aparato-. Como cuando tu tito y yo lo dejamos. Tu abuela siempre va a estar ahí, como yo.

Es el exnovio de Pablo. Laya aprovechó la soledad en casa para llamarlo y tenerlo en el manos libres.

- No es lo mismo, Santi –solloza ella-. Tito y tú terminasteis por acuerdo mutuo y porque él se iba. Mis abuelos estaban bien. No entiendo qué necesidad tenía él para besar a otra mujer.

- Eso jamás se entiende, cielo. Eso... no corre ni a tu cargo, ni al mío, ni al de tu abuela, siquiera.

- Es un irresponsable –gruñe mi hija sintiendo cómo sus lágrimas, frías y veloces, invaden sus mejillas-.

- Pero es tu abuelo, y son asuntos de matrimonio que no te incumben, mi vida –insiste él-.

- ¿Qué hago hablando de esto contigo?

- Pues te pregunté cómo estás y te rompiste –le recuerda-.

- Jo, lo siento. Te juro que no volveré a llamarte.

- No, Lay, no te equivoques. No quiero que dejemos de hablar.

- Si no es por ti. Es por mi tito, que siento que le estoy fallando –admite-.

- Lo entiendo, vale. Si quieres, me deshago de tu contacto y se acabó.

- Sí. Es lo mejor.

Se quedan unos minutos en silencio, en los cuales Laya debate mentalmente cómo debe despedirse de alguien a quien adora para siempre.

- Bueno –en cambio, él toma la iniciativa-. Gracias por todos estos años, ratilla.

- Gracias a ti –intenta no llorar antes de tiempo-.

- Cuídame a tu tito, ¿vale?, que no le falte amor en ningún momento –le pide-. Hazlo feliz.


Las historietas de Benatae [EN PROCESO]Where stories live. Discover now