Las historietas de Benatae [EN PROCESO]

Capítulo 8. "Un gay en una fiesta de heteros".

Narra Carlos Gómez.

Aviso: lenguaje malsonante y contenido erótico.

De Benatae hasta nuestra discoteca de confianza hay quince minutos en bus. Siempre lo hacemos así, ya que la parada media es en Siles y a veces se vienen amigos de allí. Pero hoy no. Hoy vamos los seis de siempre: Edu, Juanca, Miguel, Chimo, Pablo y yo. Sí. Va de mejores amigos la cosa.

Llegamos a Orcera, cruzamos la calle y ya tenemos nuestro destino enfrente.

- Por cierto, ¿qué le pasó a Rafa?, que me dijo antes que vendría –digo mientras andamos en busca de la barra-

De fondo suena "Te Felicito" de Shakira y Rauw Alejandro.

- Que fue la hermana a verlo –Miguel se inclina un poco hacia mí-.

- Joder, qué casual.

- A parte, Fabio tampoco iba a venir.

- Ya.

- Bueno, ¿qué? ¿Chupitos? –pregunta Juanca-

- Yo quiero fireball –confiesa Edu-.

- Me cago en... -se queja Pablo, haciéndonos reír-.

- Lo siento, es vicio.

- ¡Paco! Una de fireball –le grito al dueño, un galán de increíbles sesenta años, que está atendiendo la barra-.

- Marchando, vecinos.

Estaba todo tranquilo, pero suena "Bongo Cha Cha Cha" y la iluminación transforma lo que era un barecillo tranquilo en una pista de baile. Todo el mundo lo celebra con aplausos y silbidos.

- Yo voy a ver si mojo pan –dice el Pequeño-.

- Pablo...

Sin dejarnos decir nada, se va a la pista.

- El chupito –termina Miguel-. Va más salido, el cabrón...

- No creo que haya maricas aquí –niega Juanca-.

- ¿Que no? Mira.

En una esquina del bar se ha organizado una orgía homosexual. Y, al parecer, conocen a mi mejor amigo: va de boca en boca.

- Y ahora yo lanzo esta pregunta... -dice Edu, sin quitar la mirada de aquello- ¿Venía con nosotros?

Ha explotado la burbuja de las carcajadas.

- Nos ha utilizado –corrijo-.

- Qué hijo de puta –exclama Chimo-.

- Dejadlo, que está en la edad –suspira su hermano-.

- Ni que fuera un crío.

- Fireball para los currantes –oímos tras nosotros-

- Gracias, figura –le sonríe Juanca-.

- Llévate uno, que mi hermano se rajó.

Nos bebemos los chupitos y salimos a bailar como locos. Mientras, Pablo, conoce a un chaval de su edad, el cual le despierta un sentimiento que hacía tiempo que no experimentaba. Algo feliz y reconfortante.

- Oye, pues yo vengo mucho por aquí y no te he visto nunca.

- Ah –exclama mi amigo-. Es que curro en Valencia y esta semana estoy de vacaciones.

- ¿De qué curras?

Ambos se miran a los ojos. El chico los tiene grises, y Pablo piensa en mí y me mira, que me muevo al compás de la música con un vaso de tubo en la mano derecha.

- Ese está buenísimo –le comenta-.

- ¿Has intentado entrarle?

Resopla y se reclina en el sofá.

- Qué va. Y ni se te ocurra hacerlo tú porque será bala perdida.

- ¿Hetero?

- Casado y esperando una hija –resuelve Pablo-. Pero es mi mejor amigo, y lo respeto.

- Pero está buenísimo –le recuerda-.

- Ya.

- No me respondiste.

- ¿A qué?

- Que de qué curras, que te vas tan a tomar por saco.

- Ah, pues soy psicólogo y terapeuta infantil –solventa Pablo-.

- Y mi sobrina en Asturias. Me cago en mi vida –gruñe el chico-.

- ¿Qué pasa con ella?

Le ha cambiado la expresión. Ya no va de hombre fuerte.

- Alberto –lo llama mi amigo. El aludido lo mira-. Me puedo imaginar lo que sientes, yo también tengo sobrinos lejos, normalmente.

- Pues se la llevaron recién nació a una clínica de allá, y no sé nada de ella.

- ¿Qué edad tiene?

- Un año cumplió hoy.

A Pablo se le rompe el alma. Se acaba de acordar del día del primer cumpleaños de Laya. Todo felicidad y orgullo por ella. Pero ¿qué hubiera sido de él si se la hubiesen llevado a la otra punta del país sin apenas haberla visto?

- Perdón, esto no venía a cuento. Estamos de fiesta –dice Alberto, recomponiéndose-.

- El amor de tito no entiende de fiestas.

- ¿Cuántos tienes?

- ¿Sobrinos? De sangre, cuatro. Luego todos los chavales del pueblo me llaman "tito".

- ¿Y eres de...?

- Benatae.

- Oh, fantástico. Es precioso, aquello: la gente, el ambiente...