PRÓLOGO

44 6 9
                                    

Él estaba de pie en una terraza del castillo, apoyando sus brazos sobre el balcón y acompañado por su mejor amigo.

-Parezco un maldito preso, ahogado en normas y rejas que no me dejan ni respirar -fueron las palabras del chico, con apenas 24 años de edad y unos sedosos rizos color chocolate cayendo por su frente.

Un silencio permitió a los grillos y animales nocturnos sonar, bajo la blanca luna, solitaria en un cielo centelleante. Era una hermosa noche, aunque no se sentía así.

-Es muy injusto, todo lo que tienes que vivir -soltó sin saber qué más decirle. Sabía que su situación había sido la misma toda su vida: estrictas normas por doquier, un desalmado padre al que no le importaba lo más mínimo el cómo pudiese hacer sentir a su propio hijo. Por lo menos tenía a su madre, quien parecía ser la más comprensiva con él.

-Lo es, pero es lo que me tocó, creo que puedo vivir con eso -con una profunda respiración se dio la vuelta para estar de frente al mayor, recargándose esta vez sobre ambos codos, pero de espaldas al barandal de concreto. Era el mejor sentimiento el poder contar con su amigo en las buenas y en las malas. Siempre estarían ahí para el otro, habían crecido prácticamente juntos, eran como hermanos de otra madre.

El ambiente tan tranquilo los hipnotizaba. Se sentían relajados, tan en paz con la compañía del otro, había sido así toda la vida, pero ahora notaban cierto afecto que no lograban reconocer como tal; en realidad lo llevaban sintiendo desde que eran unos adolescentes, pero se limitaban a pensarlo de una forma amistosa, jamás pasaría de eso, mucho menos con el legado que Harry tenía el privilegio a poseer.

𝐌𝐲 𝐋𝐞𝐠𝐚𝐜𝐲 ᯽ 𝘓𝘢𝘳𝘳𝘺 𝘚𝘵𝘺𝘭𝘪𝘯𝘴𝘰𝘯Where stories live. Discover now