Capítulo 10

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¿Una semilla puede hacer esto?

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¿Una semilla puede hacer esto?

Serem se veía en el espejo desde que se enteró que estaba embarazada, quería saber que tanto cambiaría su cuerpo dentro de poco. Hasta ahora solo podía notar una pequeña hinchazón en su vientre bajo, es casi imperceptible, pero ella sabía muy bien que eso no estaba ahí.

Había tenido la cita con su ginecóloga un día antes, le hizo un examen de orina y algunas otras preguntas como: ¿Antecedentes del padre?, claramente no supo que contestar. ¿Alergias? Ella respondió que la polen. ¿Abortos, intervenciones quirúrgicas, hábitos de vida y alimentación? Fueron algunas preguntas que le realizaron. Además de recetarle el consumo de ácido fólico y suplemento de yodo.

Por más que lo intenta procesar, simplemente no puede. Desde hace años ha estado reacia en el tema de los bebés. Nunca ha tenido ese instinto maternal que la mayoría tiene. La desesperaba escuchar a un bebé llorando demasiado, ni que decir que disfrutaba al mismo tiempo hacerle caras a los bebés para que lloraran. Desde que tiene uso de memoria nunca ha cargado un bebé a excepción de Theo, ese niño tuvo el privilegio de ser la adoración de la castaña. No le importaba escucharlo llorar y tampoco se lo provocaba.

—Ya está la comida, bebita —comunica Gianna asomándose por la puerta.

—Ahora voy, abue —se voltea a verla sonriendo.

Aria y Theo se habían ido en la mañana, fue difícil despedirse de su pequeño rubio y su mejor amiga de nuevo. Aunque después de dos semanas los iba a tener de regreso y ya no se separarían.

—¿Cómo va mi pequeño bebé? —Cuestiona la abuela mirando con ternura el vientre de su nieta.

—Creo que bien, pero ahora necesito comer e irme. La pastelería va muy bien y necesito estar al pendiente de ella.

Compone su ropa y sale de la habitación en compañía de su abuela tomadas del brazo.

Al llegar a la cocina se encontró con la mesa ya puesta, el olor correspondía al risotto de setas. Había una porción de verduras, jugo natural de uva y unas fresas frescas, obviamente había un poco de chocolate. Ella lo amaba.

—Vamos, cariño, que necesitas alimentarte bien —indica Gia.

Ambas se sientan en la mesa y se disponen a comer, ambas eran chefs por lo que la degustación de sus platillos era sagrada, así que preferían hacer eso antes que otra cosa.

Al terminar la señora que ayuda a su abuela con las labores de la casa se encarga de retirar todo.

Serem ha tratado de no saltarse ninguna comida, aunque es difícil, digamos que las náuseas son muy fuertes, sobre todo en las mañanas.

La castaña sube a su habitación por sus cosas y lavarse los dientes, al bajar su abuela tiene una copa de gin tonic en sus manos.

—Me voy, abuela. Nos vemos en la noche. —Dice y se acerca a depositar un beso en la mejilla de esta.

Un Desastre RealWhere stories live. Discover now