Capítulo 31

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Serem estaba sentada con su extractor de leche

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Serem estaba sentada con su extractor de leche. Las chicas le habían dicho que le tenían una sorpresa. Debía arreglarse y asegurarse de verse bien esta noche. Claramente ellas no dijeron absolutamente nada acerca del donde irían. Solo dijeron que sería especial.

Termina con lo que estaba haciendo y ve a las gemelar durmiendo plácidamente cada una en su cuna y sale de su habitación, para entrar en la suya. Durante el día y la tarde las bebés dormían pequeñas siestas en su habitación. Por lo que le habían dicho, Gianna y Carlota se encargarían de cuidarlas en lo que ellas salían.

Alexandri estaba de acuerdo, dijo que merecía distraerse y divertirse un poco antes de la boda.

Todo ese comportamiento raro la hacía sentir como si le estuvieran ocultando algo, pero decidió no darle muchas vueltas. Tal vez todos tenían razón.

—Sem, es hora de que te arregles —entra la pelirroja en compañía de Kathe.

Últimamente se han hecho muy amigas.

—Así es, Serem. Debes verte muy bien esta noche —sonríe en complicidad con la otra.

—Pero no sé a dónde iremos, ¿Cómo sé qué es lo que tengo que usar? —Pregunta sentándose en la cama.

—Por eso no te preocupes, nosotros te hemos comprado algo —enseña una bolsa.

—Y no aceptaremos un no por respuesta —aclara la pelinegra.

La castaña sonríe y toma la bolsa para después sacar su contenido.

La sonrisa se le borra cuando ve un babydoll de encaje con transparencias.

—¿Qué es esto? —Levanta una ceja.

—Pues es para que lo uses hoy —explica como si nada Aria.

—¿Cómo porqué usaría algo así? —Las mira divertida.

—Para empezar si yo hubiera tenido gemelas y tuviera ese cuerpo, lo luciría a cada rato. Además, queda bien con lo que hay en el fondo de la caja —la pelirroja sabía que su amiga preguntaría cosas, por eso tuvo que prevenirse.

Serem las ve no muy convencida y saca el resto.

Es un jumper corto de color rojo quemado casi vino. Es de mangas y tiene un escote muy profundo en "V". Cuenta con unas cintas que sirven para marcar aún más la cintura.

—¿Apoco no se vería increíble? —Eleva y baja las cejas Kathe.

—Pues sí, debo admitir que me gusta —asiente —. Pero no me han dicho, ¿Por qué debo usarlo?

Ambas se miran.

—Era una sorpresa, pero te organizamos una despedida de soltera. Así que, por favor, te llevaremos con los ojos vendados y te harás la sorprendida.

—Muchas gracias, no se hubieran molestado. Tranquilas, haré cómo si no supiera nada.

Se voltea y ambas chicas celebran el hecho de que les creyó.

Un Desastre RealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora