Capítulo 22

5.8K 643 95
                                    

—Muchas gracias por haber venido hasta el castillo —dice la castaña saliendo de la habitación de Alex

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Muchas gracias por haber venido hasta el castillo —dice la castaña saliendo de la habitación de Alex.

—No agradezcas, Sem. Es un honor para mí. —Sonríe amablemente —. Muchas felicidades por sus bebés.

—Se lo agradezco mucho —habla Alex. Quién ya se ha controlado después de llorar. Se ha emocionado.

Y es que sí, por fin han sabido el sexo de sus bebés. Sin embargo, no dirán nada. Solo les comunicarán que son dos. Pero el sexo lo descubrirán hasta que nazcan.

—No agradezcan, por favor sigan cuidando así de bien a esos pequeños —se da la vuelta para irse, pero la castaña la detiene.

—Camile, necesito hacerte una pregunta —la doctora asiente —. ¿Crees qué ya sea conveniente hacer una prueba de ADN?

—Serem, no...

—Por favor, déjame hacer esto —le pide mirándolo a los ojos.

—No. No necesitamos eso —dice decidido.

—Miren, creo que es algo que tienen que hablar como pareja. Pero respondiendo a tu pregunta, si es posible. Estás cerca de la semana veinte, así que no causaría ningún riesgo para sus bebés. Sin embargo, como he dicho antes es algo que deciden ustedes.

—Por favor, Sem.

—Gracias, yo te haré saber cualquier cosa.

—Nos vemos en un mes. Cuídense.

Se despide y camina a las escaleras.

—Serem, hablemos. —Pide.

—Vamos a la habitación —ambos lo hacen.

—Ternura, no lo hagas. Yo te lo dije en el consultorio. Los bebés son nuestros, son mis hijos.

—Pero tu madre me había pedido una —habla recordando su primer encuentro.

—Mi madre te adora y adora a los bebés. Ya no le importa ninguna prueba.

—Pero... —La interrumpe.

—Nada de peros, somos una familia, Sem. Estamos juntos y eso es lo único que importa —la abraza.

—Te quiero, guapura.

Le roba un pequeño beso. Para esto tiene que ponerse de pie. Alexandri mide 1.90 m, mientras que la castaña tan solo 1.60m.

—Te quiero más, dulzura.

Deposita un pequeño beso en su frente.

—Vamos a decirle a la familia cuantos bebés son.

—Yo encantado. Andando.

Tomados de las manos bajan hasta la sala de estar. Todos estaban enterados de que la ginecóloga vendría hoy para saber el sexo, así que sus nervios y ansias no podían más.

Un Desastre RealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora