Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Las tres criaturas aguardaron silencio, mientras los dos eternos observaban con atención como los ojos de Gideon habían cambiado, pasando de ser de un tono azul frío a un color dorado, idéntico al que muchos lobos salvajes tenían. Estaba claro que a su manera estaba buscando a su protegida, pero la situación parecía estar empeorando, pues en la lejanía, y traído por una pequeña ráfaga de aire, percibió el olor a humo y a quemado, lo que conllevaba una realidad: fuego.
Aunque podría ser normal, lógico en cierto punto, para Gideon no era así. Estaban en una zona donde rara vez brillaba el sol, y donde las estaciones calidad y suaves pocas veces hacían acto de presencia. Aquel lugar podría definirse como inhóspito, y podría ser así, pero era el mejor lugar para entrenar a alguien, para que aprendiera de que trataba la vida y la supervivencia.
—Lord Morfeo, no he encontrado rastro de ningún protector.— Les comunicó el cuervo una vez que volvió a posarse sobre una rama.
—Hay un incendio a pocos kilómetros de aquí.— Añadió Gideon mientras sus ojos regresaban a un color normal.
—¿En pleno invierno?— Preguntó Muerte dando a entender que aquel incendio no tenía relación alguna con la naturaleza, era evidente que este había sido provocado por los seres humanos, tan deseosos de destruir y aniquilar cosas. Antes de que su hermano o su protector pudieran añadir algo más, a lo lejos y de una forma estridente se escuchó un ensordecedor grito, que se asemejaba más a un rugido, mucho mayor al de un animal y muchísimo más siniestro que uno.
✶⊶⊷⊶⊷❍❍⊶⊷⊶⊷✶
Después de una hora caminando, los tres, atraídos por la curiosidad de aquel misterioso rugido, llegaron hasta un valle, todo nevado, donde no había señal de ninguna huella, ni de ningún signo de vida. Lo que evidenciaba que allí no había posibilidad alguna de que pudiera haber algún animal o cualquier clase de criatura, pero justamente cuando iban a reanudar el camino de regreso, para que Gideon pudiera emprender la búsqueda de Davina en su forma animal, lo vieron.
De entre dos montañas surgió una enorme, masgetuosa y aterradora criatura, un dragón para ser exactos; con las escamas de color negro con ciertos detalles en rojo, sin duda una criatura impresionante que era imposible de no atraer la mirada, ya fuera de aquellos que conocían de la existencia de la magia así como de aquellos que creían que aquello se trataba de un mero sueño producido por la soledad.
—Creo, Gideon, que tu protegida ya ha conseguido su don.— Comentó Muerte mientras los tres observaban como el dragón sobrepasaba sus cabezas y seguía volando perdiéndose entre las nubes, que avecinaban una nueva tormenta de nieve, y entre las montañas escarpadas y nevadas que hacían del paisaje un lugar mucho más violento de lo que podía ser de por sí.
—Ya lo veo, mi señora. Creía que no existirían más... protectores con esta clase de transformaciones, más ahora que habláis de lo perseguidos que estamos. Cualquiera con una transformación normal puede pasar desapercibido en su forma animal, pero ¿un dragón?— Comentó sorprendido y preocupado por lo que podía suponer, ya que aquellos protectores que tenían una transformación fuera de lo normal solían ser los más peligrosos y los que, normalmente, morían antes, la mayoría de veces asesinados por el propio eterno al que habían jurado proteger.
