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Davina recorrió uno de los bosques hasta llegar a lo que tiempo atrás usaba para sus transformaciones, por supuesto el lugar estaba abandonado y descuidado, pero a un así aquel lugar le parecía apropiado para poder explicarla todo. Aunque a decir verdad no sabía cómo decírselo, los protectores se habían vuelto muy escasos y era difícil encontrar alguno, y tener a Peige delante era algo increíble pero también la aterrorizaba, ahora era su protegida, su alumna, ¿como iba a enseñarla cuando aquella chica no tenia idea alguna de la magia?
—Gracias por la ropa.— Sonrió Peige después de haberse vestido.
—No debes de dármelas.— La tranquilizó Davina sin saber como iba a enseñarla, no podía pedirle a ningún protector que se encargará de enseñarla, menos aún a Gideon, sobretodo teniendo en cuenta que El Encapuchado seguía por ahí, en la búsqueda de protectores a los que robar y matar. —Bueno, asumo que tendrás preguntas, pero primero deja que explique un poco lo que somos y quién soy. Mi nombre es Davina Draco.— Se presentó mientras la dedicaba una sonrisa.
—Cómo Draco Malfoy, el de Harry Potter.— Comentó Peige haciendo que la aludida la mirase confundida al no entender a qué o quien estaba haciendo referencia. —¿No has visto Harry Potter?— Preguntó incrédula al ver la expresión que la protectora mostraba al no entender de qué estaba hablando.
—No..., he estado un poco abstraida, aunque la veré.— La tranquilizó recordando que muchas debían de haber sido las cosas que se debía de haber perdido a lo largo de todos aquellos años. —Nosotros somos protectores, y nos encargamos de mantener con vida y de ayudar al eterno que nos toca. Yo soy la protectora de Sueño, así como mi mentor es el de Muerte, y así con cinco eternos más, que luego te diré quienes son.— Empezó a decir Davina sin creerse que había llegado el momento de dar el discurso que Gideon tiempo atrás la había dado, o por lo menos uno parecido.
—¿Cómo habéis sabido que soy una protectora?— Preguntó sin comprender como podían saber que ella era especial, cuando ella no se veía especial.
—Por el color de tu cabello, asumo que te has percatado de que nuestros tonos son parecidos. Eso nos destaca, entre otras cosas, pero también... las habilidades hay que añadir la fuerza y la velocidad, pero también hay algo que nos hace especiales. Tenemos un don, cuando llegamos a una edad madura adquirimos la capacidad de transformarnos en un animal, tanto real como legendario.— Añadió mientras a su mente viajaban una gran cantidad de recuerdos de cuando era ella a la que estaban explicando todo aquello, y la parecía surrealista puesto que ella nunca había querido tomar el papel de enseñar, pero en aquella ocasión las circunstancias eran diferentes.
—¿Y en qué animal te transformas tu?— Preguntó Peige con curiosidad.
—Me transformaba en un dragón.— Respondió la protectora con una sonrisa llena de melancolía al ser consciente de que nunca, jamás, volvía a volar.
