CAPÍTULO 4: THE DREAM OF THE RIGHTEOUS

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—— THE DREAM OF THE RIGHTEOUS ——

Davina atravesó corriendo el gran puente que llevaba hasta el palacio de los sueños, una vez más y como de costumbre, llegaba tarde

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Davina atravesó corriendo el gran puente que llevaba hasta el palacio de los sueños, una vez más y como de costumbre, llegaba tarde. Aunque aquella vez no era su culpa, ser la protectora de Sueño incluía mantener la paz dentro del Reino de los Sueños, y aunque aquel lugar parecía ser muy idílico había problemas como en cualquier otro reino.

—Siento llegar tarde.— Se disculpó al llegar ante Sueño, el cual ya se estaba preparando para ir en busca de aquella pesadilla que se había extraviado de su camino así como se había escapado del lugar al que pertenecía.

—Ya es una costumbre.— Puntualizó Sueño haciendo que la aludida pusiera los ojos en blanco, mientras se colocaba sobre su abrigo un broche con la forma de las cabezas de tres dragones. Un emblema que la hacía sentir orgullosa de lo que era.

—Señor, pensáis regresar, ¿verdad?— Intervino en ese momento Lucienne, la bibliotecaria.

—¿Por qué no iba a hacerlo, Lucienne?— Preguntó Morfeo mientras se ponía su yelmo, y se preparaba para para marcharse.

—No lo se, tengo un presentimiento.— Admitió la mujer mientras miraba a su señor, mientras Davina mantenía su atención en la vidriera que estaba detrás del trono, aquella vidriera donde aparecía dibujada la silueta del Corintio, aquella criatura que siempre la había incomodado y podría decirse que era la peor de las pesadillas que había llegado a conocer. —Por poderoso que seáis aquí, en vuestros reino, los sueños rara vez sobreviven en el mundo despierto. Las pesadillas, por el contrario, se crecen allí.— Le recordó mientras Sueño cogía la arena de su saco y empezaba a hacer una serie de movimientos con ella.

—No debes de preocuparte, me encargaré de que no suceda nada malo.— La tranquilizó mientras Davina la dedicaba una sonrisa amistosa, para a continuación ambos desaparecer y aparecer, de nuevo, en una de las oscuras calles de Berlín. —Recuérdame, ¿por qué no le destruyes de una vez? Comienzo a estar cansada de ir detrás de él.— Se quejó mientras los dos caminaban por una de las calles, sin ser vistos por los mortales que a altas horas de la noche seguían recorriendo aquellas calles.

—No destruire a ninguna pesadilla, solamente las arreglo.— La recordó Sueño haciendo que Davina pusiera los ojos en blanco, ya que a veces arreglarlas no suponía que fueran a ser mejores.

—Parece ser que has dejado un par de fallos, Corintio siempre busca la forma de regresar aquí, al mundo despierto.— Le recordó mientras sus botas sonaban contra las aceras, siendo el único sonido que había aparte de sus voces.

—Esta vez no lo tendrá tan fácil.— La aseguro mientras los dos entraban en un callejón, donde se había impregnando el olor metálico de la sangre. —Corintio.— Le llamó Sueño a la pesadilla vestida con un traje de color beige, junto a unas oscuras gafas con los cristales negros y la montura de color dorado. —Mis creaciones se quedan en El Sueño, no caminan entre los vivos ni matan a mortales por placer.— Le recordó mientras Sueño se acercaba a su creación, siendo seguido por Davina la cual se había mantenido en las sombras.

𝐃𝐑𝐄𝐀𝐌𝐒 ||ᵗʰᵉ ˢᵃⁿᵈᵐᵃⁿ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora