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- Déjame en paz - retrocedió - Aléjate -

- No Zhan, tú deberías estar con mis hijos y no aquí, de puta – frunció el ceño.

- Yo también tengo derecho a divertirme - le reprochó, aunque su cuerpo no dejara de temblar, quiso defenderse.

- ¿Divertirte? - rió sarcásticamente - ¡Qué les estarás enseñando a mis hijos! - lo cogió de los brazos y lo sacudió con fuerza. Fue tan brusco, que Zhan sentía sus brazos quemar.

- SUÉLTAME - gritaba el pelinegro - SUÉLTAME -

- Maldi...-

- Dijo que lo SUELTES - Un puñetazo llegó a la cara de Ayanga por parte de Yibo.

- Wow... Tú debes ser su amante de turno - escupió la sangre que tenía en su boca producto de puñete - Ten mucho cuidado amigo –

- Amigo mis pelotas, aléjate antes de que mi otro puño llegue a tu rostro de nuevo - lo amenazó

- Adiós Xiao Zhan... Nos veremos pronto CA-RI-ÑO – con su mano diciendo adiós Ayanga volteó y se dirigió de nuevo al bar.

- ¿Estás bien Zhan? - abrazó al pelinegro al verlo llorar y temblar aferrado a sus brazos adoloridos.

- Si, sólo... sólo llévame a mi casa, por favor.

- ok, aquí están tus cosas - Zhan las recibió y las guardó en los bolsillos de su chaqueta.

- Ahora ponte el casco - le indicó Yibo. Una vez bien protegidos subieron a la moto y se fueron.

Durante el camino Zhan no emitió el más mínimo sonido, se aferró a la cintura del castaño a pesar del dolor, recostó su cabeza en la espalda de este y se sintió reconfortado. Mentiría si dijera que no sentía una gran conexión con el menor.

Yibo al sentir el fuerte agarre del pelinegro en su cintura, se sintió más que feliz.

- Indícame cómo llegar – Le habló fuerte para que Zhan le haga caso.

-Ehh... sí, claro.

Con la ayuda de las indicaciones del pelinegro, Yibo llegó al departamento de Zhan.

El pelinegro suspiró antes de bajar de la moto, no quería romper ese contacto, pero tenía que hacerlo.

- Gracias Yibo - se quitó el casco y se lo entregó - Emmmm... ¿Deseas entrar a tomar algo? ¿Agua, un café tal vez? – Creo que tengo que darte una explicación de lo que pasó hace un rato.

- ¿Seguro? ¿No deseas descansar? - se quitó el casco Yibo para verlo a los ojos. – No es necesario que toques el tema, no quiero incomodar, me basta con saber que estás bien ahora. -

-Yo... creo que debería de agradecerte por defenderme hoy - jugó con sus manos y bajó la mirada - Nomequieroquedarsolo - soltó tan rápido las palabras que el castaño no logró entenderlo.

- ¿Cómo? - preguntó claramente confundido

- Que no me quiero quedar solo - repitió ya más tranquilo. Los nervios lo estaban consumiendo a Zhan.

- Agua estaría bien - respondió sin dudar, mostrando una sonrisa sincera. Lo dijo sin titubear. Aunque ambos querían seguir cerca y era su oportunidad.

- Vamos, aquí puedes dejar tu moto - el pelinegro abrió la puerta - Déjala aquí al pie de la escalera, mi departamento está en el tercer piso - el castaño obedeció lo que su ángel le dijo.

Ambos subieron en silencio, pero no era un silencio cómodo, claro que Zhan tenía un poco de nervios por lo sucedido, pero en cierta forma se sentía protegido por Yibo.

Caminos Cruzados - γιzнαиWhere stories live. Discover now