|CAPÍTULO DIECISIETE: CHERRY.|

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CHERRY

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CHERRY.


Theodoro de Luca no me dice nada, nada de nada.

Lo veo comer tranquilamente su desayuno, mientras yo me muero por saber que paso anoche, recuerdo haber ido a la fiesta y ya.

Mi mente no encuentra los archivos de lo que paso, es como si Will Smith hubiera aparecido y con su lucecita borrara todo, absolutamente todo.

La ropa interior me pica por alguna extraña razón, llevo la mano hasta el sostén y al hacerlo, siento algo raro.


¿Qué?


¿Mis senos?


Rápidamente la introduzco y me encuentro con algo, suspiro tranquilidad al sentir algo externo y saco lo que me molesta.


¿Qué es esto?


Las llaves de mi casa brillan entre mis dedos, una carcajada me desconcentra de mi verborrea mental y por primera vez escucho una risa maldadosa.

—No me acordaba que la llevabas aún.

—¿Sabías que la tenía en mis senos?

—Sí— responde como sin nada—No quería que te llevará a casa y la metiste ahí.

—Te rete, ¿Cierto?

—Claro que sí.


El pelinegro deja su tenedor y se voltea para quedar de frente, arrugo mi ceño el no poder verlo bien, bajo mi mirada a su pecho y sonrió al ver lo tranquilo que se encuentra a mí alrededor, más que todo sabiendo que estamos en su casa.

Un apartamento con dos habitaciones, sala, cocina y un baño.

Práctico y sencillo.


—Anoche— comienza hablar— No me reconociste, Darla.

—¿Qué quieres decir con eso?


Tomo un poco de agua, bajo mi mirada y me topo con sus piernas y me fijo en el pantalón de pijama que lleva puesto.


Cherry.


—Cuando te saque de la fiesta, me señalaste el corazón y sonreíste al ver que era yo.

—La oscuridad del lugar. Demás.


Respondo sin más. No puede ser, como pude ser tan descuidada, no tome nada de licor de eso estoy totalmente segura.

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