Darla Jonas tiene un don especial, un don que muchos no podrían entender. Darla Jonas tiene el don de ver los colores del corazón. Puede saber cuándo una persona esta triste, feliz, dice la verdad o una mentira, o si siente emoción o si la finge. A...
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LIMÓN.
El flas resplandece en mis iris y amplio la sonrisa ante las sugerencias del fotógrafo, llevo mis manos hacia el costado de mi cabeza, tuerzo un poco mi cuerpo y mis pechos se alza más.
—Perfecta como siempre.
Sonrió ante sus palabras, la estilista y la maquillista me retocan.
—Unas cuantas más y terminados.
—Ok.
En esta ocasión, me siento en el borde la cama, luego me acuesto despacio y estiro mi cuerpo, el fotógrafo sonríe a gusto y presiona el botón.
¿Qué hago?
Las fotografías de la nueva colección de novia de Jessa.
Gratis.
Todo, porque la señorita quería saber el nombre de quien ya sabemos.
Cállate.
Carcajeo al escuchar mis pensamientos y me fijo en el fondo del estudio, en la estrada veo como Jessa habla animadamente con él y este asiente ante sus palabras. Siento su mirada en mí y podría jurar que no sabe quién soy.
—Perfecta, querida. ¡Siguiente!
Tomo la bata que me ofrece una de las asistentes y corro hacia su dirección, al llegar alzo los brazos como sorpresa y Theo da un paso atrás.
—¿Por qué siempre me topo con locas? — sus palabras hacen reír a Jessa, esta palmea su hombro.
—¿No me reconoces? — digo indignada, ante mis palabras su corazón se agita un poco.
Por fin.
—¿Darla? Pero...— señala mi cabello y me rio.
Toco mi peluca rubia y asiento.
—¿Y tus ojos?
—Lentes.
—Ah.
No dice nada más, hago puchero ante su tono de voz y volteo los ojos.
