|CAPÍTULO VEINTIOCHO: THEODORO DE LUCA.|

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THEODORO DE LUCA

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THEODORO DE LUCA.


Beso repetidamente la cabeza de Darla y la acuno contra mi costado, ella perezosa estira su brazo y lo pone encima de mi pecho, acostados en la cama, luego de pasar unas rondas, decidimos descansar.

Son las 4:30am y siento como mi día pasó de ser monótono, a algo maravilloso. La mujer que quiero tener a mi lado, está conmigo, y no lo puedo creer, al mirarla la aprieto más y todo parece un sueño.

Nunca me he negado a enamorarme.

No de nuevo.

Quizás en algún momento quería solo darme un tiempo y disfrutar los placeres de la vida, pero quien me iría a decir que me iba a topar con una loca y rara mujer en el país donde vivo.

Con mis dedos, peino su cabello y la peli castaña gime un poco, se apega a mí y me deja un beso al costado del pecho.


—Odio esto— suelta y sube su mirada— Odio no poder verte, en serio lo odio.

—¿Ya no me ves?

—No, desde que empezamos la tercera.

Con pucheros, Darla se sube al cabezal de la cama y hago lo mismo, ella me toma la mano y me deja un beso en los nudillos, luego con la otra, comienza a darme pequeños toques y la escucho suspirar.

—Al cumplir 5 años, por primera vez no pude ver el rostro de una persona y ese fue el de mamá. Recuerdo haber salido con ella al parque y cuando quería pedirle un helado, no podía encontrarla— la mujer de mechas blancas suspira fuertemente— Preocupada por lo sucedido, mamá me llevo al médico pero todo era normal, ahí fue cuando papá se lo contó a la abuela y ella sabía que era lo que me estaba sucediendo.

—Prosopagnosia.

—Sí y que mi don estaba llegando, al pasar las semanas, comencé a ver muchos colores en el pecho de las personas, al igual, percibir sentimientos ajenos, fue una sensación escalofriante. Si lo vemos desde el punto de vista de una niña de 5 años que no sabía absolutamente nada de la vida.

»Pero no fue difícil, mi papá había pasado por eso, al igual que la abuela, entonces ellos fueron de mucha ayuda, ambos se sentaron conmigo y a pesar de mi corta edad, pude entender muchas cosas y otras las fue descubriendo a medida que iba creciendo.

—¿En qué momento la perdiste por total?

—Al cumplir 10 años la perdí totalmente, llego un día donde ya no podía distinguir ningún rostro y fue ahí donde me di cuenta que mi don había llegado a desarrollarse.

Tomo a Darla entre mis brazos y ella recuesta su cabeza en mi pecho, escucharla decir esas palabras hacen que mi corazón se estruje, no sé porque siento su voz tan ida y compleja al contarme sobre eso.

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