|CAPÍTULO VEINTICINCO: THEODORO DE LUCA.|

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THEODORO DE LUCA

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THEODORO DE LUCA.


Mis compañeros de estudio, Jim de 17 años, un adolescente hormonal que solo piensa con la cabeza de abajo y Simón, un divorciado de 45 años, que decidió seguir sus sueños luego de su mal rato de amor. Hablan sobre el stand que nos corresponde.

Decido escucharlos sin prestarles mucha atención y mi mente vuela al momento que pase el domingo en la mañana en el departamento de Darla, desde eso solo han pasado un día y me siento ansioso.

Descubrí que estoy completamente enamorado de Darla.

No sé en qué momento pasó, si fue por la forma en que fuimos acercándonos o del como comenzamos a compartir cosas y hablarnos todos los días o del como...

Como sea.

Sé que nuestra amistad no era solo eso, una amistad, siempre hubo algo más, o eso pensé.

De lo único que estoy seguro, es que ese sábado al verla con el traje vino tinto, mi cielo se llenó de estrellas y me di cuenta que no había vuelta atrás. Verla sonreír, fue todo lo que necesite para confirmar lo que quería con ella.

Quiero mucho con ella.

El simple hecho de tener la oportunidad de tenerla a mi lado, compartir momentos únicos, citas locas, velas algo extrañas, verla sonreír, hablar, comer, reírse, olerla y hasta saborearla un poco, me confirmo todo.

¿Solo me gustan las locas?

Detengo de rayar mi libreta con el lapicero y alzo la vista ante mis compañeros.

Debería concentrarme en esto y sacarla un poco de mi mente.

Ella no se veía segura de lo que quería, sí, probablemente no sienta lo mismo y debo respetar su decisión, ¿Quién sería yo para obligarla? No podría actuar de ese modo.

Le debo una disculpa.

Pero...

¿Los besos, las caricias y lo abrazos fueron falsos?

¿Momentos de lujuria?

¿No sintió nada?

Sacudo todos esos malos pensamientos y anoto la idea que se me vino a la mente.

Stand de dardos.


—¿Haremos el stand de dardos? — interrumpo la pelea de mis compañeros y estos callan de repente, me miran con ojos saltos y luego se miran entre ellos.

—¿Dardos?

—Sí, ya saben, dardos, el que logre 100 un peluche o algún premio de esos y listo, así podremos alquilar los materiales y no dañaremos más el medio ambiente reventando globos— digo mirando a Simón, el casi anciano asiente y mira a Jim, este por su parte no le gusta la idea.

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