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- ¿Cuántos años tienes?

Arqueé las cejas al oír esa pregunta. Mis manos sudaban bajo la mesa de aquella sala. Un hombre coreano se había sentado enfrente de mí. Estaba asustada. Su traje negro, su semblante serio, eso me acojonaba aún más.

- ¿Yo...? -Pregunté con un hilo de voz antes de darme cuenta de la estupidez que acababa de decir-. Digo... Dieci...Diecisiete.

Él entrecerró la mirada y se inclinó hacia delante. Sus codos se apoyaron en el frío cristal del mueble en el que traté de esconder, sin éxito, el temblor de mis piernas.

- Vaya.

Vaya. ¿Vaya? Vaya. ¿Qué significaba vaya? ¿Estaba sorprendido? ¿Decepcionado? No sabía dónde coño me había metido Boo. No creo que ella tuviese siquiera idea.

- Desnúdate. -Se echó hacia atrás y se recostó en la silla sin apartar la mirada de mí.

Mis ojos se abrieron como platos al escuchar esas palabras y sentí como mis mejillas comenzaban a tomar color.

- ¿Di...Disculpe...?

- Desnúdate. -Me ordenó con toda la normalidad del mundo al mismo tiempo que una de sus cejas se arqueaban.- ¿Algún problema?

- ¿Por qué quieres que...?

Rodó los ojos con desdén y se levantó del sillón para colocarse detrás de mí y posar sus manos en mis hombros temblorosos.

- ¿Quieres que haga esto por las malas...? ¿Acaso no sabes dónde estás...? Ya hago suficiente concediéndole una entrevista a una menor. - Dijo en un murmuro contra mi oído al mismo tiempo que sus dedos bajaban por mis brazos.

- Disculpe, p-pero...

- ¿Cuánto tiempo de trabajo necesitarías? - Preguntó mientras me levantaba y apartaba mi silla. Sentí su agarre en mi cintura y cómo me acorralaba contra la mesa, donde tuve que apoyar mis palmas en frío cristal.

- Yo... Necesito seis mil. Hablando en dólares...

Aquel hombre no dijo nada. Solo apretó mi culo contra el lugar dónde su polla descansaba y se deshizo de mi camiseta antes de desabrochar mi sujetador y tirarlo al suelo.

Mi respiración se había vuelto agitada por el miedo mezclado con un poco de excitación. Me sentía como un caballo al que le hacen un chequeo antes de una carrera. No sabía qué estaba pasando en ese lugar en aquel instante, pero me supuse de qué iba el trabajo.

Noté como sus dedos descendían por mi vientre hasta estar bajo mi pantalón y mis bragas y cerré con fuerza los ojos deseando que no notase lo mojada que ya me encontraba. Por desgracia, eso no es algo sencillo de ocultar y sentí su sonrisa contra mi cuello cuando sus yemas se deslizaron por la humedad de mis labios.

Sinceramente, deseé que no parase en el instante que llegó hasta mi clítoris y lo pellizcó. Aguanté un jadeo. Tuve ganas de gemir al lado de ese hombre. De que se corriese entre mis piernas. Nunca había tenido un orgasmo provocado por alguien más que no fuese yo y aquello hacía que mi coño latiese.

- Diecinueve semanas... -Su nariz recorrió la longitud de la parte derecha de mi mandíbula antes de morderla y separarse.- Eres mi puta. No te voy a vestir bien ni irás a fiestas ni me enamoraré de ti. Olvídate de todos esos libros que has leído, todas esas películas. Esto es la vida real y no eres más que eso. Mi puta.

Tragué saliva ruborizada y me vestí con prisa. En lo único que podía pensar era en saciar el calentón con el que me había dejado.

- Toma. -Extendió una tarjeta hacia mí y yo la acepté antes de guardarla.

- Gracias, My...Myung... - Murmuré leyendo la tarjeta, pero interrumpió mis palabras.

- Señor Kim.

- Gracias, s-señor... señor Kim...

White hips; 19.حيث تعيش القصص. اكتشف الآن