La ruleta

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Conterstine se consideraba una persona medianamente seria, sabia lidiar con los problemas inesperados y podía resolver situaciones que ameritasen su atención.

Sin embargo, sus intentos de contener su risa habían resultado infructuosos al ver frente a si a una versión más joven de su compañero de casa.

Todo había comenzado como lo hacían la mayoría de sus problemas, con la ruleta que había liberado una maldición para 10 personas, un retroceso en el tiempo, como indicaba la notificación que había alertado a todos.

En una primera instancia no había creído lo que Farfadox le intentaba explicar entre risas, no podía imaginar a Spreen siendo su versión más insolente, realmente no podía creer que el de lentes oscuros fuese un adolescente.

—Conter no sabes lo que paso— Menciono con la voz apenas entendible— Lo de la ruleta le cayó a Spreen—

—¿A Spreen? —Había repetido incrédulo a través de la llamada—

—Si boludo— Las risas que emanaban del otro lado apenas le dejaban escuchar— Entre a su búnker y estaba ahí, el flaco no sabe dónde está, vení rápido—

—Ya voy— Respondió algo dubitativo, abandonando su misión de recolectar algo de oro—

Cuando llego a su base no podía negar la verdad que tenía ante sus ojos, un joven al que los lentes oscuros tan característicos se deslizaban por el puente de la nariz al no ser de su talle.

A diferencia de la maldición que en un inicio había afectado al Caballero de Netherite, Spreen no parecía haber cambiado solo físicamente, sino que realmente había rejuvenecido.

—¿De qué te reís pelotudo? —Comenzó el más bajo con una expresión petulante— ¿Quién sos? —

—Spreen— Consiguió pronunciar entre sus carcajadas— Soy Conter— Se presentó intentando calmarse—

—Raja de acá— Exigió intentando verse amenazador, sin dar resultado debido a que era varios centímetros más bajo que el albino y su cuerpo no era esbelto como en su versión adulta, sino más bien escuálido— Esta es mi casa—

—Nuestra casa— Corrigió mordiéndose el labio en un intento de reprimir la incipiente risa—

—¿Juntos? —Retrocedió repentinamente avergonzado, con un ligero tono rojizo, tiñendo sus mejillas y reptando hasta la punta de sus orejas—

—Aja— Respondió algo confundido, la versión que recordaba haber conocido no era tan reservada— ¿Cuántos años tienes? —Opto por preguntar—

—Quince— Contestó orgulloso mientras arreglaba por décima vez las gafas que se caían constantemente—

Aquello explicaba muchas cosas para el albino, puesto que había conocido a Spreen cuando tenía 17 años y parecía haber dejado atrás todos los cambios característicos de la adolescencia.

—Bueno, yo me voy— Menciono repentinamente, puesto que aun tenía cosas que hacer durante el resto del día— Puedes ir a ver el casino arriba— Sugirió mientras se marchaba—

—¿Tenemos un casino? —Grito emocionado mientras el albino abandonaba la estancia en dirección al almacén del de armadura—

Respondió afirmativamente, sin prestar realmente atención, salió de su base buscando a alguno que le acompañase al Nether, encontrándose con el Caballero fuera.

—Conter— Lo llamo, con una sonrisa divertida— ¿Ya lo viste? —

—Sí, es un puto adolescente— Ambos rieron ante ello—

SIMPLE DAYS [Spreenter]Where stories live. Discover now