Simposio

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1/??

El sonido de los gritos atravesaba las paredes, incluso cuando se había tomado la molestia de cubrir la rendija de su puerta con una toalla podía escuchar la discusión de sus padres.

No se inmutó ante nada de aquello y continuó con su lectura, se trataba de un libro que su padre le había regalado en su último cumpleaños y que se había mantenido en el olvido debido a su compleja escritura, también debido el tema que poco o nada le interesaba (porque claro, su padre quien apenas se interesaba en la vida de su hijo, había creído que un libro de un reconocido filósofo muerto siglos atrás podría resultar una lectura interesante para un niño de 9 años).

No había sido su primera opción, de hecho, ni siquiera entendía la mitad de lo que estaba leyendo, pero considerando que su consola de videojuegos se había quedado sin batería y el cargador había desaparecido de su habitación, no le quedaban demasiadas opciones para intentar ignorar la batalla insaciable que se libraba fuera de su puerta.

No se molestó en intervenir, sabía que no había nada que pudiera hacer para detener todo el desastre, lo más probable era que si acaso salía sería el objetivo de una nueva discusión entre los adultos, por lo que se limitó a distraer su mente hasta que el sueño llegase y finalmente caer dormido.

Mientras continuaba leyendo los párrafos al menos dos veces para intentar comprender algo de la lectura, alcanzo a oír un golpe seco y poco después el sonido del cristal rompiéndose, despegó la mirada de su libro cuando todo fuera quedó en un completo silencio.

Afianzó el agarre sobre su libro mientras contenía la respiración y mentalmente comenzó a contar, un protocolo que se había autoimpuesto después de que aquella situación pasara un par de veces en el pasado, su vista se disparó inmediatamente al teléfono fijo que usaba en raras ocasiones, si su conteo llegaba a sesenta y todo permanecía en silencio llamaría a la policía, su cuenta iba en veintitrés.

Cuando se acercaba al número treinta y cinco los gritos en el piso inferior se reanudaron, Spreen dejó escapar el aire que retenía, no quería tener que llamar a la policía y pasar la noche en comisaría hasta que su abuela llegara, completara el papeleo y finalmente pudiera marchar con ella, ya había sucedido una vez y no deseaba repetir la experiencia pronto.

Volvió a centrar su atención en la lectura, tras pasar un par de páginas se encontró con algo relacionado con el amor, un resoplido sarcástico escapó de sus labios, considerando la discusión sin cuartel que libran sus padres, la palabra amor no era algo que le entusiasmara precisamente.

Contrario a lo que había esperado en un principio aquellos párrafos de un relato mitológico habían conseguido atrapar su atención, a medida que leía (teniendo que regresar un par de veces al inicio de la página para volver a leer y finalmente comprender) la historia cobraba vida en su cabeza.

Según los griegos, en un inicio los humanos habían sido creados con cuatro brazos, cuatro piernas y una cabeza con dos caras, se creían tan perfectos y su soberbia era tan grande que se creyeron dioses, fue su vanidad lo que los llevó a enfrentarse a los propios dioses.

Zeus, el padre de los dioses y los hombres, enfadado y temeroso por su poder, decidió castigarlos partiendo sus cuerpos por la mitad y condenando a los humanos a vagar en busca de su otra mitad por el resto de sus vidas.

Cuando ambas mitades se encontraban finalmente, se fundían en un abrazo buscando volver a su antigua unidad, su fervor era tanto que perecían de hambre o inacción, no queriendo separarse ni hacer nada sin la otra mitad.

Pero el rayo de Zeus siempre se mantenía alerta, si una vez más los límites de la soberbia y vanidad eran traspasados, un nuevo rayo partiría a la mitad a ambas mitades, dejando únicamente un brazo y una pierna.

SIMPLE DAYS [Spreenter]Where stories live. Discover now