Capítulo 8: Si tú eres mi pervertido yo seré tu coneja.

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Capítulo 8: Si tú eres mi pervertido, yo seré tu coneja.

Jane

Alisé mi camiseta y me dirigí a abrir la puerta. Todos los demás se habían ido al cine a ver una película que Owen y Molly llevaban deseando ver desde hace semanas. No podrían ser ellos ya que se acababan de ir. Y no había quedado con las chicas, así que no sabía quién podría ser.

Volvió a sonar el timbre por lo que me apresuré. Al abrir la puerta me quedé sorprendida.

-¿Que haces aquí? -pregunté extrañada.

-Me preguntaba si me podrías acompañar, es decir, si no estás ocupada. No olvídalo ha sido una mala idea, no sé ni que hago aquí -respondió Elliot rascándose la nuca y dispuesto a irse.

No tenía nada que hacer y el libro podía esperar. Tenía que vivir la realidad. Y mi realidad era que quería salir con él.

-Espera -le detuve-, deja que me cambie.

Pidió con la mirada si se podía sentar en el sofá por lo que asentí. Le dije que no tardaba nada y subí a mi habitación sin tiempo que perder. Ni siquiera me había dicho a donde íbamos a ir y ya había aceptado. Trataba de ocultarlo, pero estaba emocionada.

Me miré en el espejo. Unas botas negras, vaqueros y un jersey me abrigaban del frío de Enero. El único elemento que me disgustaba era la tonta sonrisa que adornaba mi rostro, que no podía evitar. Me peine y, después, me rocié un poco de mi colonia favorita, que olía a coco. No me maquillé ya que no me gustaba demasiado, y sólo lo hacía en eventos importantes.

Al bajar observé cómo Elliot examinaba la portada de mi libro con atención. Cuando se dio cuenta de mi presencia lo dejó en la mesa y se incorporó.

-Estás muy guapa -comentó mirándome pero no de forma lasciva. Cogió su abrigo que, anteriormente, había dejado en el sofá.

Me mordí el labio para evitar que una sonrisa se me escapara. ¡Jane, te estás comportando como una tonta!, me recriminé.

Descolgué el abrigo del perchero situado a la entrada. Guardé las llaves en el bolso y procedí a abrir la puerta, pero recordé que les debía avisar de que había salido, ya que les había dicho que me iba a quedar encerrada leyendo. Pero, al contrario que los padres corrientes, estarían muy felices de que saliera de casa porque no me gustaba demasiado salir.

Aunque no sé si les haría mucha gracia que saliera con un chico que encima ni conocían, por lo que no especifiqué con quien iría.

Releí la nota que había dejado en la encimera de la cocina:

He salido con un amigo, llegaré pronto.

Jane xx

Si, eso valdría. Me acerqué a la puerta dónde me esperaba Elliot con el abrigo puesto y un gorro en la cabeza. Sorprendentemente, era una persona a la que le quedaban bien los gorros. No como a mí.

Empezamos a caminar dirigiéndonos al centro de la ciudad. Las calles no estaban muy llenas debido a que hacía mucho frío y con ese tiempo no apetecía salir, así que se podía caminar con facilidad.

-Así que te gustan las novelas pastelosas -dijo sacando tema de conversación.

-Bueno, sí -contesté dudando. Es cierto que me gustaban las novelas románticas pero también podía leer otros géneros. Mientras fuera un libro.

-¿Y por qué te gustan? Yo he intentado leerlas pero me es imposible, y no es porque sea un chico. Pero, a parte de que no suelen ser muy creíbles, a veces dan incluso risa -explicó.

Más allá de la música © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora