Capítulo 47: Feliz cumpleaños, Jane.

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Capítulo 47: Feliz cumpleaños, Jane.

Noviembre

Jane

—¿No deberías de haber salido ya? —Jena asomó su cabeza por encima de mi teléfono móvil, esa fue la única razón por la que me enteré de que me había hecho una pregunta. Me lo tuvo que repetir. Unos segundos me bastaron para entender qué era lo que me había dicho, y mirar la hora en el móvil.

—Mierda, tienes razón. Si no salgo justo ahora voy a llegar tarde —Ya me había vestido, lo que fue una suerte, porque sino me hubiera sido imposible. Había elegido unos pantalones negros, una camisa blanca y unos tacones del mismo color, quizá más tirándo a color crema. Elegante pero a la vez actual, ¿no? Al menos era lo que planeaba transmitir.

—Qué harías sin mí —ironizó Jena, dándose importancia—. Si no estuvieras tan ensimismada con sus mensajitos, no tendría que estar detrás de ti como si fueras mi hija. Sé que hablas con él —dijo en tono burlón. Me recordaba a Am y Carol cuando eran unas jóvenes quinceañeras y Hunter Grayland me había dado su número de teléfono. Ah, Hunter Grayland, todas estábamos enamoradas de él de pequeñas.

—No, no lo hago. Tú deberías hablar más por tu teléfono y dejar de espiar mis conversaciones, Jenny —La llamé así porque sabía que lo odiaba. No me ofendía, nuestros apodos eran sonoramente hablando similares, pero se lo pasaba por alto. Su nombre y el mío, si te parabas un segundo, podías apreciar que eran las mismas letras, pero con las vocales desordenadas. Yo seguía creyendo en el destino. Aún lo hacía.

—No espiaba. Solo he visto como tu sonrisa amenazaba con hacer acto de presencia, señal evidente —Joder, tenía que dejar de ser tan obvia. Lo había intentado, pero ya sabía que ella se olía algo desde hace unos días.

—Me tengo que ir ya, no me esperes para cenar —me despedí cerrando el pintalabios, tras retocar mi maquillaje. Me revisé otra vez en el espejo, me veía diferente. No sólo porque había sustituido mi habitual ropa para salir por un atuendo mucho más elegante y maduro. Y porque desde hace varios días me aplicaba el maquillaje que Jena me había regalado gracias a un cupón. Eso era mi exterior. Mi interior era el que más había cambiado.

Y por una vez, eso no me asustaba. Seguía apreciando mi blog, los miles de downfallers con los que había compartido momentos especiales de mi vida, a Sweet Downfall. Pero era diferente. Los artistas avanzan, van cambiando y no sólo en su música, también en su forma de pensar, vestir, incluso de ser. Y en cierta medida, era lo que ocurría con los fans. No fue de repente, un día especifico, ocurrió sin más. Tuve ese sentimiento de que ya no necesitaba tanto a mi banda favorita, no de la forma en la que la necesitaba cuando era más joven. Siendo una adolescente, me servían para seguir adelante, para no perder la sonrisa y superar los problemas a los que me enfrentaba, eran una ayuda extra.

Ahora, no era así. Quizá iba a ser duro, sospechaba que sí. Iba a traerme muchos recuerdos, bonitos y malos por ambas partes y sentimientos perdidos. Pero, ya sentía que era hora de pasar página. Eso no quería decir, que iba a dejar de escuchar sus canciones con el mismo entusiasmo, ni iba a tirar los pósters que decoraban mi habitación. No. Consistía en no tener que depender de ellos para ser feliz, al fin y al cabo, ellos no me conocían y aunque yo pensaba lo contrario yo a ellos tampoco.

Es obvio que es un negocio, es su trabajo. Cualquier artista ama a sus fans, el problema es que no es recíproco. Explicándome, ellos amaban la gran masa que les seguía, sin embargo, no conocen a uno por uno. No saben cuáles son sus gustos, si están en una relación, cuál es su trabajo o cual querría que fuera... Y es por ello, que yo me había enamorado de la imagen que veía de ellos, pero, esa no era la real. A medida que había pasado el tiempo, me di cuenta de que nunca los conocería verdaderamente. Era solo una aleación de la realidad, porque nunca salían a colador sus defectos. Eso sería malo para su reputación y sobre todo sus ventas. Concluyendo, no éramos extraños pero no éramos conocidos.

Más allá de la música © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora