Jelliot: Dar el siguiente paso.

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Jelliot: Dar el siguiente paso.

Elliot

—"El mejor tipo de amor es aquel que despierta el alma y nos hace aspirar a más, nos enciende el corazón y nos trae paz a la mente. Eso es lo que tu me has dado y lo que yo esperaba darte siempre".

Ryan Gosling pronunció a través de la pantalla del televisor. Habíamos acordado salir a pasear y después a cenar, pero la lluvia había arruinado nuestros planes. Y, de un modo u otro, terminamos viendo, de nuevo, la película favorita de Jane: El diario de Noah.

Jane miraba a la pantalla con atención, con ojos brillantes. No sé si debería sentirme celoso de su gran admiración hacia Ryan. Y es que, aunque ya hubiesen pasado muchos años desde su estreno, ella nunca se cansaba de verla. En serio, se sabía la mayoría de los diálogos y siempre me avisaba cuando se acercaba alguna escena importante.

Apretó mi mano con fuerza cuando el momento de su reencuentro se acercaba, y oía que respiraba con dificultad. Jane vivía la película muy en serio, a veces llegaba a pensar que se sentía como la protagonista. Acaricie sus dedos, mientras ella estaba distraída.

Estábamos en el sofá, pues mi novia no me dejaba comer palomitas en la cama y nos tuvimos que mover hasta el salón. La cabeza de Jane reposaba en mi pecho, a la vez que mi brazo descansaba sobre su hombro. Desde aquí, tenía una vista perfecta para ver sus pequeños gestos de sorpresa y sus sonrisas de romántica empedernida.

—No, cariño —susurré al ver que sus ojos se humedecían. Esta no era la primera vez que lloraba con esta película y definitivamente no sería la última.

—Es que —su voz se entrecortó—, su historia es tan triste.

Menos mal que ya había supuesto que esto podría ocurrir y había traído conmigo una gran caja de pañuelos. En la lista de la compra los anotábamos como los pañuelos especiales para películas, dado que ella era de lágrima fácil, aunque lo negase siempre que yo lo decía.

—Pero el final es bueno —le recordé estrechándola entre mis brazos. Mirándolo desde otro punto de vista, esta película era una ventaja. Al terminar de verla, ella solía ponerse más cariñosa conmigo y requería más de mi presencia, y yo adoraba esos momentos.

—Pero aún así, ellos no se merecían eso —se sorbió los mocos con un gracioso sonido, después de tomar un pañuelo. Le sequé con cuidado las lágrimas que bajaban a lo largo de sus mejillas. A ella no le gustaba que le viera llorar, porque decía que se ponía horrible pero la verdad es que ella estaba muy graciosa, su naricilla se tornaba roja.

—Es solo una película, Janie. Además, la has visto cientos de veces, no debería hacerte llorar todavía —expresé divertido. Ella se deshizo de mi abrazo ofendida. Me miró a los ojos y supe que estaba pensando en cómo defender a su amada película.

—Primero, no es solo una película, es probablemente una de las mejores pelis románticas de la historia —Jane tendía a exagerar, también le ocurría cuando hablaba de Sweet Downfall—. Y segundo, cada uno llora por diversas razones, no querrás que te recuerde aquella vez en la que...

—Me emocioné, es diferente —le corregí. Jane cruzó sus brazos.

—Es lo mismo.

Jane se refería a aquella fatídica fecha en la que Kobe Bryant se retiró del baloncesto, ese fue un momento único y especial para los amantes del baloncesto y para cualquier seguidor del deporte. Jane se estuvo burlando de ello desde que mi padre se lo contó.

—Cuando aparece la señorita defensora de cualquier causa, eres muy molesta —comenté. Jane me golpeó y fingió que le había ofendido. La cogí de la cintura atrayéndola a mí, a la posición de antes. Ella no opuso resistencia y se acurrucó encima de mí. Besó mi cuello, en su zona favorita.

Más allá de la música © Where stories live. Discover now