Capítulo 3

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A las once en punto Minjeong pulsó el botón del ascensor para subir al ático y un momento después salió a un pequeño vestíbulo. Frente a ella había una puerta de roble tallado entre bruñidos paneles de la misma madera. Cubría las dos paredes próximas al ascensor un papel de complicados dibujos y de un lujoso material crema, sobre un revestimiento de roble oscuro. Junto a la puerta había una mesita con un jarrón de fino cristal, que contenía un ramillete de flores frescas. El efecto era cálido y sensual.

Cam tocó el timbre y esperó.

Yu Jimin abrió la puerta poco después y Minjeong enseguida hizo una rápida valoración visual. El pelo de la primera hija estaba mojado de la ducha, lo había arreglado con los dedos y le caía por delante de la cara. Llevaba una bata de seda azul casi suelta, que le llegaba por la mitad del muslo. Tenía las piernas desnudas y Minjeong se dio cuenta de que no llevaba nada debajo del fino tejido. La parte delantera se abría y dejaba ver las suaves curvas internas de ambos pechos, y las leves marcas de los pezones no pasaban inadvertidas. En el aire flotaba un aroma de jazmín.

A Minjeong la asaltó la ardiente sensualidad que había percibido en la fotografía que le había enseñado Daesung antes, una sensación tan poderosa que casi era tangible. Le escocía la piel y procuró no desviar la mirada de los ojos de Jimin. Habló en tono neutro.

–Soy la agente Kim, señorita Yu. Volveré cuando esté lista para la reunión. Sólo tiene que llamar a la sala de mando...

–No voy a estar disponible más tarde –Jimin la interrumpió, valorando atentamente a la agente que tenía la misión de cuidarla. Sin duda, era una sorpresa. Vestía el consabido traje, mucho mejor cortado que los de la mayoría, de tejido importado. La impecable confección ocultaba cualquier asomo del bulto de la pistolera. El cabello negro lucía un peinado a la moda y un corte desenvuelto de falso aspecto masculino. Llevaba la chaqueta cruzada de tonos carbón abierta y bajo ella una fina camisa de lino blanco, que revelaba un busto bien desarrollado y una cintura esbelta. Los pantalones con cinturón estilizaban sus musculosos muslos. Kim Minjeong, con sus profundos ojos grises y sus rasgos cincelados, formaba un conjunto muy atractivo. Además, la agente o era irreprochablemente heterosexual o era lo que aparentaba ser: una lesbiana a la que no le importaba que los demás lo supieran.

Jimin estaba intrigada.

–Tiene que ser ahora o la semana que viene –continuó la primera hija, disfrutando del control de la situación. No había posibilidad de que la nueva agente al mando esperase ni siquiera unas horas para hablar del programa, y ella lo sabía.

–Ahora me viene bien –asintió Minjeong gentilmente. No quería iniciar una lucha de poder por asuntos triviales. No necesitaba demostrar su valía de esa forma.

Jimin se hizo a un lado e invitó a Minjeong a entrar en el espacio abierto del loft de techos altos. Sonrió cuando Minjeong evitó con mucho cuidado rozarse contra ella. «Todo profesionalidad», pensó para sí.

–¿Tiene nombre propio, agente Kim? –preguntó , mientras se dirigía a la zona de la cocina. Una barra de desayuno flanqueada por taburetes altos separaba la parte de la cocina del espacioso salón. Se agachó para coger dos tazas de los estantes que estaban debajo de la isleta, muy consciente de que el movimiento permitía una clara visión del interior de su bata.

–Minjeong –respondió , con el rostro y la voz inexpresivos. Su mente registró la impresionante perfección del cuerpo de la joven. La imagen de sus pechos suaves, de pezones rosados, se implantó en su cabeza para siempre. La estaba provocando, sin lugar a dudas. Aunque no sabía por qué.

Jimin se incorporó despacio, buscando alguna reacción en el atractivo rostro de la agente. Le entró la curiosidad cuando no vio ninguna.

–Minjeong–repitió con voz ronca–. Precioso. Puede llamarme Jimin.

명예 // 1Where stories live. Discover now